«Vamos, que acá no convidan con nada», por Gabriela Pereyra

Dos automóviles se encuentran atados con una correa a un poste. Delante de ellos, debajo de sus paragolpes un fuentón con agua y otro con pasto y pajas frenan el paso. Don Omar camina apurado, se ve que su día está más que ajetreado de tareas. Va y viene sin descanso en el inmenso patio. De pronto, se acerca una joven y le dice: “Papi, ¿por qué están atados los autos?”. Él la mira sin mirarla y responde: “Para que coman”. Y continúa con su jornada, junta palitos, acomoda leños, se lava las manos, humedece sus cabellos, toma el peine del bolsillo trasero de su jean impecable y corrige su ya perfecto peinado. Al rato lo llaman de la casa para que tome un mate cocido, pero se niega porque según dice recordar ya tomó como siete. Un rato más tarde entra a la cocina y pide para beber algo, porque está en “vivas ayunas”. Se asoma por la ventana y con enfado se queja: “¡Pero, quién se llevó un caballo!”.

La familia lo ama y se turnan para cuidarlo, tiene Alzheimer. El hombre más activo del mundo, así lo veían los suyos, un día fue paralizado por una enfermedad cognitiva que lo primero que le arrebató fue la memoria. Desordenó sus recuerdos en un rompecabezas perverso que traía piezas cambiadas o de menos, por eso nunca podía armarlo, ni aun con ayuda.
Por momentos su memoria viaja al pasado más remoto y recuerda que cuidaba caballos, de allí que ata los autos y los alimenta. No hace daño con ello, pero verlo sí que hace daño, por haber conocido al otro Omar. Ese que no volverá. Justamente con un auto empezó el síntoma, un día olvidó donde lo dejó al ir a rezarle a su amado “Curita” Brochero en medio de una inmensa convocatoria de fieles, cuando aún no había sido consagrado santo.

El proceso que sigue para un enfermo de Alzheimer solo varía en las anécdotas familiares que con algo de suerte logran tomar con humor para digerir todo mejor, pero es muy cruel y triste para los cercanos, son los que no olvidan. El enfermo de repente se pone a salvo en un mundo paralelo, incomprensible, pero por fortuna para ellos no pueden distinguirse porque al menos a don Omar, le daría mucha vergüenza exponerse así. El Alzheimer es una de las enfermedades que más abunda en la actualidad, hay más de 46 millones de personas afectadas por demencia en todo el mundo. El 21 de septiembre se conmemora mundialmente el día, para no olvidar concienciar a los demás, para acercar información a los que cuidan de otros, para que se sientan menos solos.

De seguir esta tendencia, en 2050 habrá más de 130 millones de enfermos. Es uno de los retos más importantes para la salud pública a nivel internacional de cara al futuro, más aun teniendo en cuenta que no hay por el momento ninguna cura para ello, sumado al promedio de envejecimiento de la población mundial.

Durante el curso de la enfermedad de Alzheimer, las células nerviosas mueren en regiones específicas del cerebro. El cerebro se encoge a medida que se desarrollan brechas en el lóbulo temporal y el hipocampo, que son responsables de almacenar y recuperar nueva información. Con el tiempo, el cerebro se va “encogiendo”, afectando así a casi todas sus funciones: recordar, hablar, pensar y tomar decisiones.

No se sabe qué causa la muerte de las células nerviosas, pero hay aspectos característicos del cerebro estudiados después de la muerte. La enfermedad de Alzheimer es una enfermedad degenerativa del sistema nervioso, en la actualidad se ha avanzado mucho en el conocimiento de su fisiopatología. Esto permitió mejoras a nivel diagnóstico como en las vías terapéuticas potenciales.

La existencia de la enfermedad fue descripta por primera vez por Alois Alzheimer a inicios del 1900. Los primeros síntomas que alertan sobre que una persona padece Alzheimer son el deterioro de la memoria reciente (olvidos) y la falta de palabras (anomias). El problema es que los mismos son el comienzo de la enfermedad de Alzheimer pero son también muy frecuentes y normales en el envejecimiento. Esto trae una problemática y hace necesario un cuidadoso diagnóstico diferencial.

Los recursos diagnósticos actuales son un minucioso interrogatorio del paciente y de alguien de su entorno, un adecuado examen clínico neurológico, una evaluación de las funciones cognitivas para determinar la presencia o no y el tipo de deterioro, una rutina de laboratorio y una neuroimagen.

Es una enfermedad prolongada (10 a 15 años) y los pacientes necesitan un intenso cuidado. Los cuidadores están expuestos a un estrés elevado y sostenido, que si no es manejado adecuadamente descompensa también la salud de ellos.

La iglesia está llena. En los bancos finales, cerca de la puerta, han sentado a don Omar con su familia, en un silencio de la misa él mira para todos lados, se levanta y en voz alta comenta: “Bueno, vamos que acá no convidan con nada”. El inolvidable don Omar se ha quedado con los recuerdos que sus hijos necesitaban para sentir que alguien en el mundo completa quiénes son”.

Gabriela Pereyra, para La Opinión y La Voz del Sud.