Etica y estética del suicidio
Ensayo. El historiador José E. Burucúa destaca el clásico estudio de Pinguet sobre la muerte voluntaria en Japón, país de larga tradición en un práctica que allí ostenta diversas causas.
Por fin, en 2016, una editorial argentina lo hizo posible. Lo tuvimos al alcance de la mano y nos zambullimos en él. Fue una delicia para el intelecto y para la educación emocional. Vaya sorpresa ese comienzo que nos arroja al horizonte familiar de la Antigüedad romana, al suicidio de Catón, pero nos deslumbra con una interpretación del hecho como gesto de rebeldía del hombre libre contra el despotismo de César, contra la metafísica platónica. El cristianismo reforzó el rechazo de la muerte voluntaria y la condenó unívocamente por ser manifestación del desprecio al amor del Espíritu Santo, a la virtud de la esperanza, a la trascendencia del alma.
El estudio de Pinguet despliega los avatares de las actitudes de la sociedad nipona ante el suicidio, en el marco de la inmanencia y el pluralismo que han caracterizado a las culturas japonesas, así las emergentes del shintô cuanto las dominadas por el budismo amidista y su anhelo del descanso del alma en la Tierra Pura. Pero, atención, si algo fundamental nos enseña este libro es que los vínculos entre sensibilidades religiosas y formulaciones éticas del suicidio nunca han sido estables en el Japón: acogimiento y repulsa del asesinato de sí mismo se han articulado con distintos momentos en la historia del shintô y también, fuera de toda previsión hecha a partir de miradas occidentales, en la evolución de la piedad amidista.
El itinerario de Pinguet culmina donde podíamos barruntar, en la autoeliminación espectacular de Yukio Mishima, signo de su intento de conjugar el pathos trágico de Grecia y Europa con el cultivo de la entrega moral en todas las clases sociales del Japón. No hay que dejar pasar esta obra maestra.
Fuente: Clarín