El arte de elegir la paz
El libro “Mindfulness en la era del miedo y la ansiedad” de Clara Badino profundiza en la disciplina meditativa budista. En diálogo con Caminos de Tinta, Badino señala matices y raíces de una práctica que permite reducir niveles de estrés y generar cambios neurobiológicos.
“Este libro surge del interés por parte de la editorial de abarcar una temática que crece en demandas ligadas a la vez al aumento de las necesidades de un mercado de la salud donde el miedo y la ansiedad se han instalado como una real epidemia”, explicó Clara Badino, considerada embajadora de la disciplina en Argentina por su trayectoria y por invitar al biólogo molecular Jon Kabat-Zinn, fundador del Modelo de Reducción del Estrés Basado en Mindfulness.
La primera obra que publicó Badino se llama “Vivir y morir plenamente mindfulness”, en cambio en este libro, publicado por la editorial Grijalbo en octubre de 2015, aborda otros aspectos. “La diferencia con el primer libro es que éste está enfocado desde un lenguaje narrativo experiencial donde el lector puede reconocer fácilmente qué es lo que le sucede a él mismo. Muchos ejemplos y testimonios de diferentes personas adentran a quien lo lee en la práctica meditativa de una manera simple y como una forma de vivir y estar en el mundo. Por otro lado invita una y otra vez al lector a hacerse responsable que la mente se ha ido entrenando sin siquiera notarlo y que tiene el poder de complicar la vida, impactando directamente en la salud”, detalló.
—¿Tiene una raíz esta era del miedo y la ansiedad?
—Sí, si bien el miedo y la ansiedad forman parte de la condición humana y como tal universal, hoy la velocidad, la sobredosis de estimulación, adaptación y exigencia han instalado el miedo y la ansiedad como desreguladores de base.
—Actualmente gracias a las investigaciones neurocientíficas son conocidos los beneficios de mindfulness, sin embargo usted aclara que la disciplina nunca se enseñó con intención de lograr resultados. Al mismo tiempo, en este lado del planeta la práctica está secularizada… ¿qué la motiva entonces?
—La palabra disciplina etimológicamente significa cultivar lo que amamos. Si valoramos la salud y le damos prioridad, la coherencia cultivará la disciplina. El hortelano sabe que no tiene control sobre el cultivo pues es interdependiente con muchísimos factores que no puede modificar, como por ejemplo la calidad de la semilla, la tierra, el agua, el sol, el frío, el calor, etc. Un cultivo orgánico sigue la ley natural, la ley de autorregulación.
La práctica disciplinada se motiva momento a momento en la renovada intención y compromiso de cambiar, cambiar, cambiar… Sin objetivos ni metas, pues es recuperar la capacidad de habitar el momento presente donde surge una firme determinación y disposición incondicional al cambio, a la transformación. Intención y compromiso de cambio es diferente al cambio como objetivo. Y esto no es un juego de palabras.
—¿Espiritualidad y materialismo se complementan?
—Sí, espiritualidad y materialismo no son contrarios sino complementarios. La persona que dedica su vida a una práctica espiritual tiene necesidades ligadas al cuerpo y la mente que con autocompasión decide cubrir. Personalmente bendigo el poder vivir para este camino espiritual y de este camino espiritual.
—Al momento de meditar es común confundir la mente selectiva con la indagación neutral, ¿cómo diferenciarlas?
—La mente que elige no es la que selecciona. La mente que elige y decide es la que indaga desde el discernimiento. La mente selectiva, selecciona desde el juicio.
—A medida que la disciplina avanza, por momentos de la mano de la ciencia, también va adquiriendo su propio lenguaje. Usted considera que deberían reformularse algunas palabras que se trasladan incluso hasta mindfulness pero nada tienen que ver. ¿Podría explicar esta situación?
—La práctica de mindfulness en este momento corre el riesgo de ser trasmitida alejada de su fuente original. Muchas personas por diferentes causas se han acercado a la fuente y han llenado con esta agua genuina un vasito. Entonces la práctica se trasmite como un reducido vaso de agua estancada, alejada de su origen. Palabras como aceptar, soltar, dejar, fluir, buscar crean una suerte de peligro de gran confusión, que lleva a interpretaciones ligadas a la indiferencia, a la pasividad, a la resignación, al acostumbrarse.
Por eso la práctica requiere un nuevo y revelador lenguaje que marca increíbles y revolucionarias diferencias.
Badino preside Visión Clara una asociación sin fines de lucro que ha impartido enseñanzas en Rosario, Córdoba, Neuquén, Formosa y Salta. También en Uruguay y Brasil. “Donde llega la práctica cae la primera semilla. Son múltiples las causas que hace que germine. Sembramos expectantes desde el corazón, pero sin expectativas”, expresó.
Quizás, una de las experiencias más difíciles de transmitir con palabras sea lo que mindfulness considera como estado de presencia. Acá es donde se palpan las raíces budistas de la disciplina. Ahondar en la presencia puede incluso desembocar en lo que los monjes orientales describen como satori o súbita revelación. Pero para captarlo es necesario desapegarse del propio lenguaje y bucear entre paradojas.
—¿La poesía fomenta el cultivo de la presencia?
—¿Puede un poeta, un artista, un equilibrista estar ausente en el Presente? Sin Presencia, no surgirá el momento de creación. El momento experiencial de equilibrio donde podemos dar el gran paso para con humildad ofrecerlo al mundo. Ningún arte, comenzando por el arte de estar vivos y vivir, puede surgir sin presencia.
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Nota escrita para Caminos de Tinta: Matías Gómez.
Fotos: Gentileza Visión Clara.