Edición, distribución y acceso a la lectura, los dilemas debatidos en la FIlba Nacional
El VI Festival Nacional de Literatura se viene desarrollando desde el 5 hasta el próximo domingo 9 de abril, y a su cierre habrá reunido a más de 30 escritores.
La gran mesa, rodeada de anaqueles atiborrados de libros de la Biblioteca Sarmiento, en el edificio de madera y piedra del Centro Cívico ideado por Exequiel Bustillo en los años 30, fue el mejor contexto posible del panel, nutrido además por escritores, periodistas, traductoras, bibliotecarios y otros amantes de las palabras y los textos impresos.
“Tensiones regionales” fue el título del encuentro de profesionales, que pese a la amplitud de la problemática logró resumir algunos de los problemas más significativos del tema: los altos costos del flete atentan contra la distribución y venta de los libros en el interior del país; hay pocas editoriales en busca de lo nuevo y tienen el camino lleno de obstáculos; cae el hábito de la lectura entre los niños y jóvenes, o al menos no acompaña el crecimiento demográfico.
También analizaron las dificultades de gestión de ediciones, ferias y distribución de libros dentro de instituciones –como municipios y otras entidades públicas o privadas-; y el aislamiento de escritores y editores en sus lugares, valerosamente combatido en algunos casos por la formación de redes regionales y nacionales.
Cristian Aliaga, histórico editor, gestor cultural y periodista de Comodoro Rivadavia, fue uno de los panelistas que atraviesa varias de las cuestiones. Trabajó en la Universidad Nacional de la Patagonia y para superar las barreras institucionales en este trabajo participó de la fundación de la editora Espacio Hudson, que en diez años buscó la publicación de veinte libros por año, con su soporte digital, con tiradas en papel de entre 200 y 300 ejemplares cada uno.
“Buscamos promover un catálogo de escritores del sur, pero sin la mirada provinciana cerrada más tradicional, y también editamos autores desconocidos de otros lugares del país y del mundo”, resumió Aliaga.
Comentó la observación de un argentino que creó una editorial en Berlín y le expresó su asombro por “las pocas editoras que hay en Argentina para lo nuevo y no conocido”, y destacó que para empresas pequeñas como Espacio Hudson “es muy importante la diferencia entre el librero conocedor, que nos acompaña, y las grandes cadenas de librerías, a las que es imposible llegar con estas propuestas”.
En ese sentido destacó el esfuerzo y éxito de La Coop, en Buenos Aires, “que se constituyó en una valiosa librería para una red de editoras pequeñas, entre las que está Espacio Hudson”, y que “son apuestas a la llegada a lectores diferentes, que buscan permanentemente, muy exigentes, y que valoran el diseño además de la calidad de los textos”.
Pablo Braun, presidente de Filba y dueño de la librería Eterna Cadencia de Buenos Aires y de Montevideo, además de distribuidor nacional de libros, apuntó a la problemática de “toda la cadena” que va del escritor al lector.
“Me preocupa la falta de lectores, paulatinamente se va achicando el mercado y el Estado hace la vista gorda”, afirmó, en referencia a aspectos no comerciales sino culturales, agregando que “falta mucho trabajo de promoción de lectura en la escuela y en las familias”.
También fue muy crítico con las grandes editoriales y librerías, porque “no aportan como debieran a la promoción de la lectura ni apoyan las iniciativas. Cuando se las busca para una feria o evento como este, te ofrecen un puñado de libros para exponer, cuando se necesitan recursos para el financiamiento”.
Coincidió en la complejidad y costos de la distribución en el país, señalando que también eso impacta en la caída en las ventas en el interior.
El profesional de Bariloche Roberto Cotet, dueño de la Librería Cultura, que tiene dos grandes sucursales en Bariloche, nutrió de varios aspectos comerciales y económicos al debate.
Habló de las diferencias entre las librerías como “espacios de cultura” y los supermercados, que “venden libros y pollos”; el cierre de librerías en Chile por la aplicación del IVA al libro, instando a “estar muy atentos en Argentina por si quieren volver a intentar imponer el gravamen como sucedió en los 90”; y el distorsivo costo del flete para ciudades lejanas al centro como Bariloche.
“En Alemania el Estado hace una distribución gratuita del centro a todo el país. Acá el flete de una caja pequeña, con 20 libros o menos, cuesta 200 o 300 pesos. Es un grave problema que no existe en Buenos Aires”, expresó el librero.
Abundó con ejemplos de Estados Unidos en donde “los libreros independientes surgen y crecen aún frente a las poderosas cadenas, con vendedores profesionales de gran conocimiento”, y dijo que la solución para ampliar el “mercado de lectura” es “sembrar, sembrar y sembrar, con una fuerte defensa de la industria editorial”.
“Hasta hace poco Argentina tenía un superávit en exportación de libros. Y en el país el Estado repartía libros en las escuelas y lugares públicos. Eso es muy importante, porque crea lectores”, añadió.
Roberto Smulevich, librero de la pequeña localidad rionegrina de Dina Huapi, también se refirió al problema de los costos de transporte, aunque para referirse a otra perspectiva: “quise traer para vender acá un hermoso libro de Chaco y otro de Villa María, y descubrí las enormes dificultades que hay en el país. Sólo es posible resignar ganancias para pagar el flete, y vender algunos libros sólo para promocionar el local”.
Eliana Navarro, directora de la Editorial Municipal de Bariloche, describió el esfuerzo de edición de diez libros de autores locales en un año y el objetivo de “promover la lectura y hacer conocer a los escritores” en la ciudad.
Leticia Bystro, productora del Fondo Nacional de las Artes, y Josefina Licitra, del Fondo Editorial de la misma entidad federal, describieron los objetivos de apoyo a eventos, editoriales y escritores de todo el país, y en un encuentro posterior detallaron la disponibilidad de subsidios, becas y concursos.
Fuente: Télam