Cuando los libros invitan a celebrar y a estar juntos

Todo momento de crisis requiere, cuanto menos, fuerza para resistir. Puede ser el asedio de lo político, el quiebre de una economía o tan solo una tragedia íntima: cuando algo amenaza el equilibrio de la vida cotidiana, la literatura abre un espacio para que seamos capaces de seguir.

Es simple comprender este poder si se piensa en escritores como Emily Dickinson, aislada en su propia casa, decidida a usar hasta los sobres de las cartas que recibía para escribir poemas, o Primo Levi, que escribía frenéticamente en trozos de papel para sobreponerse a sus días en Auschwitz. Aunque no es necesario llegar a situaciones extremas: basta encontrarse con el libro justo para, al fin, salirse de las distracciones de un mundo cada vez más obsesionado por captar la atención con un like. Y eso hay que celebrarlo.

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De ahí que “Fiesta” sea el lema de la décima edición del Festival Internacional de Literatura de Buenos Aires -Filba-, y al mismo tiempo, la celebración de un proyecto que fue creciendo a lo largo de diez ediciones y hoy cuenta con tres sedes (Buenos Aires, Montevideo y Santiago de Chile). Más de veinte escritores internacionales y cien autores locales van a explorar las resonancias entre literatura y celebración a partir de charlas, performances, cruces con la fotografía, la música y las artes escénicas. Habrá también una feria de editoriales independientes y música en vivo con Julieta Venegas.

“Lo festivo no quita la capacidad de una mirada crítica y a la vez inclusiva”, dice Gabriela Adamo, directora de la Fundación Filba. E ilustra el espíritu de esta edición con una anécdota: “Este año hicimos un Filbita en Virrey del Pino, justo un día de paro de docentes. Les propusimos suspenderlo, pero la gente de la biblioteca donde trabajábamos nos dijo que lo necesitaban más que nunca. Era una actividad ni escolar ni gubernamental, totalmente libre. Estuvo lleno. Nos dijeron: ?Esto es un lugar de resistencia, acá es donde nosotros seguimos conociéndonos, cruzándonos, intercambiando lo que nos importa, los libros, las lecturas’. Fue muy emocionante. Creo que el Filba ganó un lugar muy importante, primero en la Argentina y más adelante en América Latina, y lo hizo por el trabajo sostenido de muchos años”.

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Desde siempre abrir un libro es habitar el pensamiento de otro; ponerse en su lugar y tener una visión nueva de lo ya conocido. Dicho más simple, la lectura es una manera de visitar un lugar imposible. De ahí que celebrar ese espacio, lejos de anular las preguntas, impulsa a reflexionar sobre la capacidad de la literatura, y del arte en general, para transformar una realidad difícil.

Diálogo abierto

En ese sentido, el intercambio entre escritores y lectores conforma algo así como una resistencia colectiva en la que la diversidad de posiciones puede abrir nuevas preguntas a planteos ya gastados. A la escritora y directora de la prestigiosa revista Art Press, Catherine Millet, le interesa interpretar el mundo de una manera independiente. Para descubrirlo, basta leer su novela autobiográfica La vida sexual de Catherine M (Anagrama), en la que narra sus experiencias sexuales en el difuso límite entre la pornografía y la pura libertad sexual. Puede ser que la objetividad con que describe los encuentros con uno, tres y hasta treinta hombres provenga del estilo formalista de sus ensayos sobre arte. Se muestra desnuda, pero nunca íntima. “No creo en absoluto que la literatura o el arte puedan tener un efecto político directo -dice Millet-. Encuentro incluso ridículas las obras que entregan un mensaje, porque en verdad, son convincentes solo para aquellos que ya están convencidos. ¡Qué idiota se opondrá a una obra que le explique que la guerra, la pobreza o la violación no son? algo bueno’! Una obra no tiene? mensaje o tiene cien o mil… El papel del arte y la literatura es proporcionarnos el conocimiento, el sentido del matiz, el humor o la ironía, incluso el escepticismo que nos permite dar un paso atrás en las noticias, juzgarlas mejor y, por lo tanto, hacernos un poco menos dependientes. Respecto del hecho de que un festival literario esté celebrando su décimo aniversario, ¡prueba que muchas personas han entendido que necesitan este prisma para comprender su época!”.

Millet firmó el conocido manifiesto de las artistas francesas que sostiene el derecho a importunar contra el puritanismo moral que, según ellas, encarnaría el movimiento feminista #MeToo. Eso alcanza para explicar por qué Millet es la encargada de las palabras inaugurales del Filba con un discurso sobre el papel romantizado de lo femenino a lo largo de la historia.

Al igual que ella, el filósofo y educador español Fernando Savater representa ese tipo de intelectual que resiste los embates de la corrección política a fuerza de valentía. Algunas de sus obras, como Ética para Amador o Las preguntas de la vida, son reconocidas por la pasión contagiosa que trasmiten.

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De ahí que Savater encuentre en los libros una zona de seguridad contra la incertidumbre del futuro. “La literatura es algo así como la copia de seguridad de nuestra vida. Perpetúa lo que nos parece más valioso en tiempos de peligro o desdicha; lo celebra en épocas mejores”, dice el autor, que dará una charla en el marco del festival acerca de la filosofía como género literario a partir de la obra de Borges.

La potencia de la poesía para filtrarse en la intimidad le permite acceder al núcleo del lenguaje y, desde ahí, resistir los embates de un mundo convulsionado. Lo curioso es que al mismo tiempo puede atravesar el cielo, calcarse sobre el desierto o los acantilados junto al mar para transformar el paisaje en una página abierta. Eso descubrió el premiado poeta chileno Raúl Zurita, también invitado al festival. El autor de Anteparaíso y del recientemente editado Las ciudades de agua (Audisea) escribió de manera fugaz quince versos sobre el cielo de Nueva York y dejó para siempre inscripta la frase “Ni pena ni olvido” sobre el desierto de Atacama. Para comprender su poesía es necesario sacar los pies de la tierra y mirar de nuevo. Zurita considera que la poesía no es algo que se construye; solo se llega a ella porque antecede al lenguaje. El poeta parece ver naufragar al mundo y sostiene en sus versos los trozos que sirven para rescatarlo. Esa idea de rescatar los fragmentos de un mundo ya perdido, también se lee en la obra de la poeta canadiense Anne Carson, que vendrá al festival y participará en una performance basada en los poemas de Safo. La poesía griega nutre desde diversas vertientes la obra de Carson, que imagina vínculos audaces a partir de ideas antiguas. Por ejemplo, en los ensayos breves de Eros, el dulce-amargo (Fiordo), su escritura ilumina con nuevas resonancias el viejo tema del deseo erótico, ese deseo falta que desaparece en cuanto se concreta. Leerla se parece a descubrir en una civilización perdida “el comienzo de lo que queremos ser”.

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Eduard Limónov / Anne Carson / Samanta Schweblin / Irvine Welsh

Habitar otros mundos

A veces la ficción toma los sentidos y la sensación es la de vivir en ese otro mundo inventado que se arma de palabras. De ahí que resulta posible dejar por un rato los problemas cotidianos y leer con todo el cuerpo, como sucede en Los niños (Blatt & Ríos), la novela de la escritora colombiana Carolina Sanín. Ella es de las autoras que no se callan frente a las injusticias del mundo, más que resistencia lo suyo es creatividad para superponer a las burocracias latinoamericanas un universo peculiar, festivo, entrañable. Así es que el encuentro inesperado de una mujer y un nene transforma la pobreza de la realidad en una fiesta. Celebran la construcción de un vínculo que los salva de su mutua orfandad.

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Sanín no se vale del realismo mágico o de la fantasía para que la imaginación de su personaje modifique el mundo. “La llegada repentina de un niño a la vida de una mujer aludía necesariamente a la llegada de Jesús a la vida de María, que es quizás la historia más grande que nos hemos contado sobre el encuentro con lo desconocido”, dice la escritora colombiana anticipando su llegada al festival. “Por otra parte, la anunciación a la Virgen (y el consiguiente nacimiento de Dios de ella) puede ser leída como una metáfora de la inspiración: de la concepción de cualquier obra poética, de cualquier obra artística: es el misterio de cómo lo mayor procede de lo menor, sin que quepa en él. Con esta obra quería tal vez hablar sobre cómo a través de nuestras celebraciones cíclicas nos damos la noticia reiterada de que el tiempo no pasa; de que el discurrir es una ilusión de la que dependen todas las demás ilusiones, mientras que la realidad es que todos los momentos del tiempo existen simultáneamente en el momento presente, lo cual corresponde al misterio antedicho, de lo mayor que puede caber en lo menor”.

Pero hay una manera más drástica de fiesta. El escritor escocés Irvine Welsh es famoso por su modo audaz de escribir acerca de los excesos del cuerpo, el escándalo y la ausencia de corrección política. Sus personajes parecen vivir la fiesta de la destrucción; el sonido atronador del punk o de una rave atenúan la desilusión y la ausencia de un proyecto de vida. Trainspotting no solo es su novela más conocida sino que, además, gracias a la versión cinematográfica, se volvió el ícono de una generación desencantada. A Welsh le gusta decir que encontró en la literatura algo que podía hacer de su vida.

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“El papel latente de la literatura seria es ser un lugar de resistencia”, dice Welsh días antes de arribar al país para participar en el festival. “Y no solo en tiempos difíciles. La forma en que lo hace es diciendo la verdad al poder y rompiendo tabúes. Estos tabúes ya no tratan sobre el sexo, las drogas, sino sobre la distribución no equitativa de la riqueza y el poder en toda la sociedad. Después de treinta años de ortodoxia neoliberal que impregna todos los aspectos de la sociedad, ya no se nos permite hablar de esto en las llamadas agendas públicas de radiodifusión y medios. Está fuera de la agenda política. Esas instituciones son clubes para hombres ricos y ahora son irrelevantes para los ciudadanos en general” .

¿Qué es, entonces, lo que celebra la literatura? El encuentro, la comunicación, el pensamiento, la vida. Los motivos varían, solo que Savater consigue dar con una idea que parece reunirlos todos: “Lo importante pienso que es esto: la literatura, al celebrar lo valioso (lo único e irrepetible) de nuestra vida, contribuye también a crearlo. Vamos definiendo lo digno de ser celebrado al celebrarlo”. O tal vez, para los más escépticos, la fiesta sea tan solo una forma de esperanza que alimenta con alegría una resistencia posible contra los males del mundo.

En Agenda: Una maratón de palabras, música y disfrute 

Durante cinco días -del miércoles al domingo próximos- el Festival Internacional de Literatura de Buenos Aires, Filba, realizará su décima edición, cuyo lema será “Fiesta”. Incluirá talleres, diálogos con escritores, conciertos, teatro, charlas, lecturas y paneles en torno a la idea de la celebración. “Porque la fiesta -con sus excesos, ruidos y ruinas posteriores-, lejos de quitarnos la posibilidad de interrogarnos, nos impulsa a reflexionar sobre qué es lo que nos provoca el arte en general y la literatura en particular”, explican los organizadores en uno de los materiales de presentación de esta verdadera maratón de la palabra, la creación y el disfrute colectivo.

Anne Carson, David Leavitt, Catherine Millet, Fernando Savater, Irvine Welsh y Raúl Zurita serán algunos de los invitados internacionales de un festival que también tendrá edición chilena y uruguaya. Entre las actividades a destacar, se cuenta la conferencia inaugural, que estará a cargo de la francesa Catherine Millet y se realizará el miércoles 10, a las 19, en el Malba.

También habrá que prestar atención a la charla que Rodrigo Fresán dará el jueves 11 en el auditorio del Centro Cultural de la Ciencia (C3). Asimismo, ese día se realizarán dos performaces: una sobre la obra del poeta islandés Sjón (producida por la escuela de música de la Unsam), y otra sobre la obra de la poeta canadiense Anne Carson (producida por el Filba con Agustina Muñoz).

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El viernes 12 habrá un panel con Samanta Schweblin y Carolina Sanín en el C3. Ese mismo día se presentarán la cantante y compositora mexicana Julieta Venegas y el poeta Mariano Blatt en el CCK, donde compartirán un encuentro de lectura y música. Por otra parte, el sábado 13 el español Fernando Savater brindará una charla abierta sobre filosofía y literatura en el Malba, y por la noche habrá fiesta en Niceto con Irvine Welsh como DJ.

Hacia el cierre, el domingo 14, se realizarán diversas actividades en la plaza del Malba (feria, lecturas) y habrá una lectura con “bitácoras” escritas por seis autores especialmente para el festival. Para consultar la programación completa, ingresar a http://filba.org.ar.

Fuente: Por Verónica Boix – La Nación.