Ayelén Pilmayken: talento olongasta bien definido

Hay una dimensión de maravilla en la obra de la joven poeta Ayelén Pilmayken que al mismo tiempo provoca fascinación e inquietud. Nacida en Villa General Roca, San Luis, a principios de los noventa, Pilmayken de manera silenciosa ha construido en su primer libro «Para huir gritando y otros poemas», un universo diminuto y perturbador en donde su escritura se distingue más que por la capacidad de ver por su especial facultad de convertir cada detalle de esa percepción en un acontecimiento epifánico que sacude al lector.

«Para huir gritando…» es un libro que emociona, seduce, asombra y nos arrastra hacia esa orilla ubicada más allá de las palabras, donde la poesía irrumpe desnuda y sin prejuicios. Su intención, afirmaba en una entrevista hace algunos años, “es aprehender un tiempo lejano del que no quedan registros, así como combinar la franqueza y el poder emotivo de una chispa que es a veces sutil fuego, a veces cruel espina”.  Aclaraba, también, que concebía a la poesía como un medio para conocer la realidad que la rodeaba. “Pero una realidad ajena a mi intimidad. A tal punto que en mis poemas teorizo sobre lo que se me escapa. Quiero separar las obras de lo que soy”. Algo de eso se percibe en este libro, editado por la también joven editorial Perniciosa, donde le da voz a esos seres inasibles que casi no existen en términos colectivos y los retrata con sus aflicciones y pesadumbres, iluminados por breves e imprevistos chispazos de dicha. Porque tal vez como afirmaba John Berger, “cada vida tiene su propia propensión a la iluminación y no hay dos iguales”, y en esos resquicios de plenitud efímera habita una fuerza que Pilmayken  transforma en poesía.

“Y este dejo a fiesta/que nos despierta /acariciadas por un ángel/ que reparte nombres vacíos”, escribe en «Hemos dicho verano», un poema donde lucha por evitar que el desaliento entre a su vida y a solas se compadece de sus huesos, de esos pies que han comprendido al fin que el camino no es algo a buscar, es algo que se halla, que se encuentran. Pilmayken también parece advertir que la mayor parte de los caminos, sin embargo, tienen una consecuencia, como dejan entrever los versos con que cierra el último poema del libro: «Madre,/ mis días ya han sido disueltos/ son restos óseos. No habrá útero/ que no contenga el polvo/ y lejos de mí, en lo gris/ abrirás tu cuerpo al viento”.

A diferencia del la exuberancia de la que hacen gala sus contemporáneas, Pilmayken despliega un refinamiento etéreo atravesado por la infancia y la violencia familiar, en poemas que hablan de excavar en los lugares donde nos hicieron daño, de caminos difíciles y de pasarse de largos las paradas, mientras se sueña con algo que nunca va a llegar. Esa sensación de suspensión irremediable, de maravilla sombría, se refleja gracias al lirismo de Ayelén, que es capaz de crear todo un universo en unas pocas líneas. “Van a partirme el corazón sin piedad./ A lo largo de los años por venir/ no haré otra cosa que parir,/ y lavar ropa, y preparar comida/ y volver a parir, y juntar monedas/ y ahogar mi sufrimiento».
Una buena mujer debe callar su dolor./ Van a partirme el corazón sin piedad./ No le ha de importar que mi cuerpo/ aún es extrañamente hermoso”, escribe en el bello poema «Sin saber qué decir», y así redondea un libro donde una voz etérea y encantadora expresa sus necesidades sin vueltas, así como sus pocas expectativas de satisfacerlas.

Poderoso, pasional, grácil y delicado, «Para huir gritando…» es un libro extraño en la narrativa sanluiseña, tan acostumbrados a las elegías y los panegíricos. Sin excentricidades ni experimentalismo, Pilmayken concibe un libro intenso, desgarrador, que aborda emociones oscuras e irreparables, y cuyos protagonistas, cada uno a su manera, están atravesados por el dolor, tal vez porque saben que la suma de sus elecciones devendrá inexorablemente en un lento sacrificio.

Algunos de sus poemas…

Autobiografía

¿Cómo decir de quién, de qué manera se planta un pene
se pone semen macerado, se da a cuatro manos vida?
¿Cómo decir de cuándo, de qué cama surgió, de dónde vino?
Alguien llegó ebrio una noche, golpeó la puerta de una casa
humilde, azul de humilde, y una niña atendió. El hombre
entró, señaló un lunar en la piel de la niña y le ordenó
que se desvistiera, y hubo llantos, alaridos, y mucha sangre,
sobre todo mucha sangre, y entonces fui, fui ira, fui vergüenza
fui tristeza, fui un trapo húmedo, fui desconsoladamente Ayelén.

Me están esperando

Me están esperando. Esos hombres esperan que crezca.
Cada día que pasa observan con minuciosidad si mis pechos
han crecido lo suficiente. Están deseosos de comprobar
la humedad de mi sexo. Me están esperando.
La historia no deja de repetirse. Niñas que duermen solas.
Hombres que en mitad de la noche abren puertas.
La historia no deja de repetirse. Me están esperando.
Me están quemando por dentro. Los hombres
están arrimando piras a mi cuerpo adolescente.
Soy un periódico arrugado con el que van a encender el fuego.
Madre, estás demasiado lejos para oírme.
Saben que no ofreceré resistencia
cuando esos hombres me tomen como un fruto maduro.
Me están quemando por dentro. Debería morir.
Debería morir. Me estoy quemando por dentro.

A continuación la opinión de uno de los referentes de Perniciosa Editorial, sobre esta obra:

«Ayelén Pilmayken, poeta de la etnia olongasta, en ‘Para huir gritando y otros poemas’, su primer libro, demuestra que la poesía significa, entre otras cosas, nunca tener que renunciar a la belleza». Por Oliver Pedernera.

 

Ficha técnica de la obra:

«Para huir gritando y otros poemas»

Ayelén Pilmayken

Perniciosa ediciones.

Poesía

28 páginas

Contacto con la editorial: perniciosarevista@gmail.com.

 

Nota para Caminos de Tinta: Emma Shoshanna.

Edición: Sinforiano Digital.