Angie Pagnotta en «20 preguntas a los que escriben»

En la sección «20 preguntas a los que escriben», (y en este caso con un bonus track), presentamos a Angie Pagnotta: (Buenos Aires, Argentina) Es Escritora y Periodista. En 2012 fundó Revista Kundra: literatura aleatoria y el portal de Arte y Cultura, Baires Digital. Trabajó en contenidos de Redes Sociales y publicidad para programas de televisión como Duro de Domar, TVR, Fútbol para todos, 678 y portales como Diario Registrado, entre otros. Colabora en distintos medios digitales de Argentina como Cultura Registrada, Diario Femenino, Solo Tempestad, Revista Kunst, LEMBRA y trenINSOMNE. También es redactora en medios gráficos como Revista El Gran Otro y Revista Qu. En 2013 obtuvo una mención en Narrativa por su cuento “Alejandra”, otorgado por Guka, revista de la Biblioteca Nacional. Desde 2009 escribe en Motivar el relato, un blog personal donde la espontaneidad y las imágenes son los disparadores de textos, poesías, relatos, cuentos y fragmentos. Escribió Nada que no quieras, su primera novela que se encuentra en proceso de corrección y reescritura y Memoria de lo posible (2017, Peces de Ciudad) es su primer libro de cuentos. Algunos de sus relatos fueron publicados en Inventiva Social, Periódico Irreverentes (España), La Nota Digital y No Tan Cool. Su cuento “Versiones sobre  el río” fue traducido al portugués por Felipe Buenaventura para FRONTERA, un proyecto que une escritores latinoamericanos alrededor del mundo. Uno de sus cuentos forma parte de la Antología IV de otoño de Peces de Ciudad. Se desempeña como columnista literaria del programa de radio Cuentos Criollos con su columna “Momento Kundra” donde recomienda autores y libros. Desde septiembre es editora de narrativa en Peces de Ciudad. Su cuento “Arena en mis manos”, un relato inspirado en la figura de Gustavo Cerati, forma parte de la antología Literatura barata y discos de goma, un libro en homenaje al rock nacional. Su sitio es: angiepagnottablog.wordpress.com.

  

1- ¿Qué fue antes, el huevo o la gallina? ¿Qué hay primero? ¿Un lector que se transforma en escritor, o un escritor que se transforma en lector?

La respuesta a esa pregunta es la fusión de las dos posibilidades. Creo que los que escribimos somos, ante todo, lectores ávidos, curiosos, inconformistas y fanáticos de literatura  que nos gusta. También creo que si cada uno de los que escribimos pensáramos en el contacto primigenio con la escritura, podríamos vernos a nosotros mismos atravesados por el acto de escribir, sin que eso sea un proceso consciente, definido o puntual. En mi caso en particular, la escritura siempre estuvo conmigo, desde pequeña. Llevaba un diario íntimo a todas partes y si me olvidaba, le pedía a mis padres que por favor me compren un anotador o cualquier cosa para escribir. Cuando volvíamos a casa pasaba todo lo anotado y ese alivio era hermoso. Luego vino la lectura, primero en inglés (gracias a mi abuela paterna que también era mi profesora de inglés y me había dicho que leer me iba a gustar) y luego en español y ahí entendí que además del cuaderno necesitaba llevar un libro conmigo fuera a donde fuera, y así sigue siendo: hay rituales que nos anteceden y con los años es imposible dejarlos atrás.

 

2- Describime tu escritorio a la hora de sentarte a escribir un texto.

Idealmente quiero todo despejado y en su lugar, pero eso no existe, más bien por el contrario mi escritorio es: notebook, cuaderno de notas, máquina de escribir, cuaderno de lecturas, pila de libros que vengo leyendo y utilizando, anotadores, corcho con notas, fichas con anotaciones, flores, mate, lapiceras de colores, resaltadores, pluma y lápiz negro. En ese caos me entiendo completamente.

 

3- ¿Cuánto hay de tu pedacito de barrio en tu escritura?

Desde que me mudé valoro aún más mi barrio, el barrio donde viví casi toda mi vida. Ahora vivo en Boedo desde hace tres años y no es por despreciar este barrio que lo digo (porque este es un barrio que me encanta y el barrio de mis padres y donde se conocieron y se casaron) pero para mí no hay como Caballito, toda mi vida está allí. En la novela que estoy escribiendo quería salir de la cosa de tener que localizarme en mi barrio pero lo tuve que cambiar porque, para evocar ciertas pasiones, ciertas sensaciones que vienen con caminar algunas calles, vivencias o emociones, el barrio es el barrio y, por más imaginación que haya, el amor al barrio es tan particular que no puede ponerse con otras palabras.

 

4- Todos los escritores recomiendan tomar talleres. ¿Por qué hay que tomarlos?

Porque los talleres te ayudan a localizar zonas de tu escritura que son débiles y pueden ser más fuertes, o te enseñan a no repetir tus flaquezas y a rescatar tu pasión y tu noción del camino en la construcción de la escritura. En la devolución también puede haber construcción y, además, el taller te da un orden y un tiempo concreto en el que vos te aseguras que estarás siguiendo un proceso que terminará en un cuento, un ensayo, una novela o lo que estés escribiendo. Pero, como en todo, dar con el lugar indicado es casi el truco principal de los talleres.

 

5- ¿Cuál es el mejor consejo que te han dado como escritor?

Uno fue un consejo y el otro fue un gesto que me valió tanto o más que un consejo. El consejo fue: ‘‘donde te duela, te incomode o te frenes, ahí es donde tenés que indagar, es ahí donde está tu escritura’’ y el gesto fue el acto de fé más grande que tuve en mi vida literaria: que uno de los escritores que más admiro me dijera ‘‘confío en vos y te voy a ayudar’’

 

6- ¿La mayor alegría literaria que has tenido?

La más grande de todas, sin dudas, fue la presentación de mi libro de cuentos, ‘‘Memoria de lo posible’’: no solo me sorprendió la cantidad de gente que se acercó y llenó el lugar, sino también que cada uno de los que estaban habían pasado por mi vida en circunstancias totalmente diferentes, pero con cada uno había un vinculo intacto, lo cual siempre es una alegría. Además de los conocidos y amigos, había completos extraños que fueron, compraron el libro y me felicitaron, eso también me conmovió muchísimo.

 

7- ¿Qué escritor te robó una idea antes de que se te ocurriera?

No sé el nombre, pero fue una idea de una película. Hace un tiempo le conté a mi novio, muy entusiasmada, que había tenido la revelación de un argumento de un cuento o novela donde a un personaje se le moría la mujer y él la reconstruía siendo una especie de androide/humana, con inteligencia artificial y con la voz de la mujer fallecida, con sus gestos y todos los detalles de la mujer real pero en forma de androide. Mi novio me dijo que salieron varias películas así, me listó ejemplos y ahora, por ejemplo, Juan Terranova está escribiendo algo así, donde hay una androide llamada María y sube fragmentos que leo en su Facebook y me encantan. Pero honestamente nadie me robó nada, yo llegué tarde: a mí en estas cosas el bondi me dejó tarde, se podría decir (risas).

 

8- ¿Qué se siente haber terminado un texto?

Placer, ansiedad y vacío. Quizás no todas juntas pero alguna de esas seguro. Al menos yo experimento casi siempre los tres estados aunque últimamente el del vacío se llena pronto porque por suerte ando con ideas, pero cuando no las hay, ese vacío es más grande. También ocurre que un texto nunca está terminado pero eso es otra obsesión, otra cosa y mucho más larga porque  en verdad llega un momento en que al texto —como a muchas otras cosas— hay que soltarlas, dejarlas y que hagan su propio camino, su propia historia.

 

9- ¿Qué debe tener un buen texto?

No creo que haya una fórmula y eso depende de si lo escribo o lo leo. Si lo escribo tiene que interesarme, si me deja de interesar o me aburro, se guarda y se va a la carpeta de los ‘’quizás’’. Pero sea como sea, tiene que tener alma, las cosas tienen que tener alma, fondo, pasión y amor. Si lo estoy leyendo me gustan los textos que me generan curiosidad y me van enroscando de a poco, hasta que estoy tan metida que no puedo soltar el libro. Últimamente me tientan los personajes que tienen algún atractivo especial, me gusta que haya elementos de distintos géneros y que la pretensión del texto esté en la forma y no en la historia o el tono del autor al venderlo, eso sobra.

 

10- ¿Cómo es el lector ideal?

No creo que exista el lector ideal pero para pensar en la respuesta, creo que lo es aquel que lee como si no existiera otra cosa en el mundo más que ese libro, en ese rato de lectura. El que te dice que no puede dejar de leerte o el que te dice que tuvo que tomarse su tiempo para procesar todo lo que le generó lo que escribiste. Mi lector ideal, supongo, es el que me deja jugar y acompañarlo en el rato que dura el libro.

 

11- Un buen escritor… ¿se expone sin tapujos? ¿O logra evadirse totalmente?

No sé bien cómo es ser un buen escritor, pero supongo que nadie logra evadirse totalmente de nada: ni de uno mismo, ni de lo que lo convierte en partícipe de la sociedad, ni de su barrio, ni de su historia, ni nada. Para mí, en esta pregunta una buena respuesta es la definición de Fogwill: «El arte literario no es usar las palabras justas, es demostrar que lo que uno hace —que lo que uno expuso— es lo que debía haberse expuesto».

 

12- ¿Qué cosa está sobrevalorada en la literatura?

Creo que varias. Noto una terrible confusión entre qué es un posteo de Facebook y qué es una novela, una poesía o un cuento. Entre qué es la construcción de un personaje de ficción y qué es nuestra propia vida. Quizás las redes sociales ayudan a esta confusión pero básicamente está sobrevalorado que la escritura puede ser cualquier cosa y aunque eso pueda ser parcialmente cierto, la escritura es —sobre todo (y a mi entender)— mucho trabajo, mucha dedicación, paciencia, lectura y pasión. Para mí no es literatura un poema que es solo  es la lista de compras del supermercado, por poner un ejemplo.

 

13- Si llegaran los extraterrestres… ¿Qué libro les regalarías como muestra del genio humano?

La metamorfosis de Kafka es una buena forma de pintarlo.

 

14- ¿Qué diferencia hay entre tu primer libro, y el texto en el que estés trabajando ahora?

Varios golpes de horno, que dejé de fumar y que leí varios libros más. Pero principalmente que se aclaró mi mente sobre lo que quería escribir y eso estoy haciendo. Sobrevolando la ola de los momentos difíciles y construyendo, palabra a palabra, la novela que quiero.

 

15- ¿Qué rostro tienen tus musas?

Construyo musas por recuerdo, casi un 99% de las veces. Mis creaciones masculinas tienen que ver con hombres con los que estuve en distintas situaciones de mi vida: desde el amor, el deseo, la admiración, las ganas, lo que no fue, o mi historia en particular, no importa: todos esos hombres que vi o formaron parte de mi vida son mis creaciones masculinas y están vivos en mi literatura. Evoco al pasado en este sentido porque, así como el barrio, hay pasiones que no se pueden imaginar más que recordando. En cuanto a las musas femeninas armo Frankenstein de amigas, conocidas, famosas o incluso de mí misma y me incluyo algunas veces. Con las mujeres es más fácil porque desde mi lado puedo jugar con todas las mujeres que conviven adentro mío y también soy.

 

16- Al mejor estilo Frankenstein… armame un monstruo con partes de diferentes escritores.

La sensibilidad de Lispector, La voracidad y la ferocidad de Ramos, la contundencia de Cheever, el humor de Allen, la pasión de Pizarnik, la elocuencia de Bolaño, el rock de Bukowski y las digresiones de Fogwill.

 

17- Un libro que todos recomienden y que no te haya gustado.

Quizás me gane odios con esto pero antes de decir cuál es, en mi defensa diré que no lo pude terminar, que llegué a más de la mitad y no se me cayó la ficha del libro. Entonces me di cuenta de que a lo mejor, no es el libro sino el momento en el que me puse a leerlo. A veces pasa, a veces es solo el momento, no tanto el gusto o el libro. Me pasa con Pizarnik: la amo pero hay momentos en los que es un no rotundo. Sin más preámbulos lo digo, pero no me odien (?) Black out de Maria Moreno.

 

18- ¿Cómo sería un mundo sin libros?

Insulso, triste, aburrido.

 

19- Funda una nueva religión. A quiénes se adoraría. Cómo serían los rituales.

Sería una religión de apasionados. No me gusta la gente que no siente a fondo las cosas, que no se arriesga, que se mantiene cómoda, segura, limpita. Me gusta la gente que se compromete, que cree en algo y lo persigue. Me gustan los que van al fondo de los deseos o de lo que los moviliza. Creo mucho en eso, así que tranquilamente podría fundar una religión de apasionados. Adoraríamos a los apasionados extremistas, los que se la jugaron, los que fueron persistentes y lograron sus objetivos. Los rituales incluirían vino, whisky, mate, lujurias varias y cosas saladas, claro.

 

20- ¿Qué título tendría tu biografía póstuma?

La hacedora imparable, como me definió hace poco una editora amiga.

 

21- ¿Qué pusiste la primera vez que dedicaste un libro?

Me impresionó tanto el acto en sí que puse una dedicatoria enorme de agradecimiento por haber comprado el libro y por haberse interesado en leerlo y en lo que escribo. Por poco me faltó ponerle mi tipo de sangre y mi declaración fiscal con formularios de la AFIP (risas). Pero cada vez que dediqué un libro me alejé del ‘’Con cariño, Angie’’ porque me parece mucho mejor pensar la dedicatoria para la persona que, en serio, se molestó en comprar el libro y querer leerlo. Eso vale demasiado.

 

Nota: Juanci Laborda.

Fotos: Facebook AP.

Cortesía para CdT: MadyM.

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