Un romántico quijote urbano
Juan Carlos Gurmendez nació en Villa Mercedes, pero pasó 22 años en Buenos Aires. Ya sea en una provincia o en la capital del país, desde muy joven vivió poniendo en palabras aquellas cosas que veía y sentía. En especial respecto al amor, que para él es la fuente inagotable de todo escritor.
En abril de este año, Juan Carlos logró publicar su primera obra: «Réquiem de poesías sentidas». Los poemas que la componen abarcan temas muy diversos como la vida, la muerte, la primavera, los viajes del autor a Mar del Plata o el tranvía de Buenos Aires.
La portada de su libro tiene un dibujo del personaje más trascendente de Miguel de Cervantes: Don Quijote. Juan Carlos eligió esa ilustración para la tapa, debido a que se identifica con el personaje.
Gurmendez, este quijote urbano, conversó con Caminos de Tinta sobre sus inicios, sus poesías, sus años en Buenos Aires, y el romanticismo que atraviesa, sin dudas, su producción literaria.
-¿Cuándo comenzó a escribir o a interesarse por el mundo literario?
Hace mucho tiempo, ya en el secundario me gustaba mucho la materia de Lengua y Literatura, pero empecé a escribir hace mas o menos 40 años. Por esa época hice mis primeras poesías. Y sigo escribiendo, a veces no con la cotidianeidad que quisiera, pero lo hago. Viví mucho tiempo en Buenos Aires, me fui en el ’78 y regresé a Villa Mercedes recién en el 2000. Y allá he escrito en el colectivo, yendo al trabajo, en la oficina. Podía escribir sobre la lluvia, sobre el amor, sobre la vida y la muerte, lo que surgiera.
-¿Cuándo hizo su primera poesía?
La primera poesía la hice mientras estaba en el servicio militar en Mendoza. Mi madre me había mandado un telegrama, y escribí un poema al dorso de ese telegrama. Tenía 19 o 20 años. Lamentablemente, después la perdí.
-¿En algún momento estudió Letras o alguna carrera relacionada?
Tuve una cultura autodidacta, y mucho de lo que escribo son experiencias de vida. Toco muchos temas diferentes, pero cuando uno es joven es más romántico, así que hay mucho de eso.
-Recién comentó que viajó a Buenos Aires en 1978 ¿cómo vivió ese tiempo de dictadura militar teniendo esa inclinación por escribir?
Mirá, yo vivía en Avellaneda y trabajaba en Capital Federal, en la parte de la obra social del sindicato Luz y Fuerza. Ahí hubo algunos desaparecidos, no solo entre los gremialistas, sino compañeros de trabajo míos que participaron en marchas. A algunos los secuestraron y después los liberaron, a otros no. Fui un afortunado porque nunca me pasó nada. Pero el día a día era muy difícil.
-¿Cuáles son los temas más recurrentes en sus poemas?
Como te decía antes, en general suelo escribir sobre las mujeres, sobre el amor, con el paso del tiempo le escribí a mi madre que falleció hace cuatro años; he escrito sobre amores de todo tipo, por ejemplo, le hice una poesía a mi perro ovejero alemán que me acompañó doce años.
-¿Participó en concursos o en certámenes?
Si, pero sobre todo, escribir me ha dado la posibilidad de cosechar amigos. Eso me parece muchísimo más valioso. He conocido a muchas personas con las que hoy tengo amistad, entre ellos Javier Calveira, al que ustedes le hicieron una entrevista. Pero si, he estado en certámenes literarios en Buenos Aires, y también aquí en San Luis.
-¿Que diferencias cree que hay entre el escritor autodidacta y el que se formó en la universidad?
Si, de hecho yo no me considero un poeta, precisamente porque veo esas diferencias: las temáticas que ambos tratan para mi son distintas, son más abarcativos, el léxico que utilizan es distinto. Quien se formó en literatura es un profesional, y es lógico que sea diferente al que es autodidacta.
-¿Cómo definiría su propia obra?
Me considero un escritor al que puede entender cualquier persona. Me ha pasado, como seguramente a todos, leer a poetas consagrados y no lograr entenderlos. Lo mío lo puede leer y entender cualquier persona, aunque carezca de la potencialidad que tienen los grandes consagrados.
-¿Y a que autores suele leer?
Generalmente leo a autores amigos que han editado libros, pero también me gusta Neruda. Con la literatura me pasa lo mismo que con la pintura, me gusta el realismo, porque tiene belleza. Lo abstracto no me llama la atención. Supongo que por eso leo tantos poemas de amor.
-Para terminar, ¿por qué decidió poner una figura del Quijote en la tapa de su libro?
Aparece el Quijote porque he desandado caminos, de hecho la mitad de mi vida la pasé en Buenos Aires. Aparece también porque me parece una representación de la libertad. Y por su romanticismo, por ser capaz de jugarse por una doncella. Y yo me he jugado en mi vida, aunque muchas veces no me haya salido bien.
Nota: Kafka Tamura para Caminos de Tinta
Foto: Prensa Municipalidad de Villa Mercedes, El Diario de la República y Kafka Tamura.