Tres libros que indagan en el culto al Cristo de la Quebrada
Desde hace muchísimos años, el Cristo de la Quebrada es sinónimo de devoción y veneración para los habitantes de San Luis y de otras provincias. Pero el fervor popular que suscita ha despertado también la curiosidad de investigadores, historiadores, periodistas y escritores, que desde sus respectivas disciplinas buscan explicar y dar cuenta de este fenómeno de masas.
Publicada de forma póstuma, “El Santo Cristo de Villa de la Quebrada” (1988), de José Ignacio Maldonado, es el primer testimonio de calidad sobre el tópico del Cristo milagroso. Por la profusión de datos y el rigor casi científico con que Maldonado encara su inmensa labor, “El Santo…” se ha convertido en un material de consulta obligatoria para quienes buscan indagar en esta tradición de honda raigambre en tierras puntanas. Maldonado apoya su investigación en la documentación oficial (actas municipales, decretos, diarios de la época, etcétera), lo que le permite reconstruir y dilucidar la verdad tras el mito, y arribar a esclarecedoras conclusiones. Rechaza, de este modo, la romántica versión que quiere ver en el descubridor del Cristo, don Tomás Alcaraz, a un hachero humilde y ciego, por considerarla una contaminación del hallazgo del Señor del Espino en Renca (Chile), en 1636, documentada por el historiador jesuita P. Alonso de Ovalles, y de amplia difusión en su momento.
Cuatro años después, la dupla integrada por Ricardo Gutiérrez y Hugo Aurelio Moreno acomete otra vez la empresa de indagar en torno a la figura del Cristo milagroso, “con el propósito de saldar una deuda bibliográfica y editorial del patrimonio cultural puntano”, como dejan expresamente asentado en el prólogo a esta obra. La obra fue publicada como parte de una colección de fascículos dominicales que salían con El Diario de la República, dividido en intereses temáticos y dirigida por Alberto Rodríguez Saá.
Gran deudora de la labor de Maldonado, “El Cristo de la Quebrada” (1992) incorpora buena parte de los datos históricos recogidos por su predecesor, aunque con un lenguaje más ameno, y cuenta además con la ventaja de incluir una sección poblada de numerosos testimonios directos, memorias, y diálogos de lugareños, recogidos y reconstruidos por el periodista Aurelio Moreno. Tiene también la virtud de describir la transformación del fenómeno de los últimos años, y las inéditas formas que suscita.
El más reciente de los libros que indaga en las raíces de la devoción al Santo de la Quebrada es un trabajo mancomunado de varios especialistas y figuras importantes de la cultura sanluiseña, trabajo impulsado una vez más por el actual gobernador de la provincia, Alberto Rodríguez Saá, incansable promotor de la Puntanidad y el Sanluisismo. Como su nombre lo indica, “El Árbol de los milagros” (1995) hace hincapié en los inexplicables milagros que rescata la tradición oral y aquellos que también lograron una difusión masiva, gracias a los medios de comunicación o por la celebridad de los personajes involucrados. Así, por ejemplo, nos enteramos del desafortunado sino del automovilista puntano Rosendo Hernández, quien luego de ganar «milagrosamente» el Gran Premio de Turismo Carretera de 1952, gracias a la invocación al Cristo, nunca más vuelve a ganar una competición… Y todo por no llevarle el auto al Cristo de la Quebrada, tal como había prometido.
Con sus diferencias de matices, registros y anecdotario, estos tres libros son fundamentales para conocer más sobre la expresión religiosa más importante de la provincia, tanto para quienes profesan la fe católica como para quienes solo buscan rescatar el aspecto folclórico de esta celebración.
Nota escrita por Míster Blagaich para Caminos de Tinta.
Fotos: Internet.
Los milagros que narrare a continuacion fueron transmitidos por mi padre y dan cuenta de poder hacerlo ya que tengo la gracia de poder ver .Mi padre sufrio un accidente de pequeño en su ojo y su madre oriunde San Luis oro al Samto de la quebrada pidiendo restablecer la vision de Juan.Pasados los años cuando yo tenia 30 años padeci toxoplasmosis ocular y perdi la vista de ambos ojos nuevamente mi padre oro al santo los dos milagros ocurrieron.