A dos meses del despliegue de la Feria Nacional del Libro de Villa Mercedes, una galería de fotos perdidas trajo nostalgia, por los libros, por las charlas, por los poetas, por la cultura viva. A dos meses Caminos de Tinta mantiene vivo en la memoria los tres días hermosos que supo regalar. Algunos quizás dirán que es anacrónico lo que aquí abajo se lee, pero el recuerdo y todo lo que habita la orilla, nunca se va, siempre está ahí.
La muchacha busca entre las librerías de la ciudad de San Luis un libro de tapa blanca con letras verdes. Recorre la que le queda más cerca en la esquina de Belgrano y Colón: nada. Sabe que a la más grande, que está a sólo unas cuadras, no puede ir, es un tanto utópico. La última esperanza la guardan los estantes de la de Rivadavia casi 9 de Julio. Llega, describe el libro, Enzo no lo encuentra, tampoco está allí. Como si hubiera ido tras el zahir, le dijo adiós a la idea de encontrar la obra completa de Héctor Viel Temperley entre las bibliotecas y librerías puntanas. Algo similar le sucedió a Marianela cuando intentó encontrar algunos de los libros de la editorial Gog y Magog o de Interzona.
Usted, querido lector, se preguntará cómo se puede revertir esto. Simple: ir de visita y navegar en el mar de la Feria Nacional del Libro de Villa Mercedes. Allí no sólo las obras completas de Viel Temperley, de Joaquín Guiannuzi o Fijman (distribuidos bajo el sello «Ediciones del Dock») podía encontrar entre los estantes de «La mariposa y la iguana», sino, a sólo unos estantes, libros de Sharon Olds, Fabio Morábito, Ariadna Castellarnau, Vanina Colagiovanni abrían todavía más las posibilidades. Por allí, Los Píxels de Cézanne y otras impresiones sobre mis afinidades artísticas de Wim Wenders y una atractiva línea de Lou Reed sorprendiendo antes de llegar al primer párrafo. «Argentina Beat» editada por «Caja Negra» en el puerto «Siete Logos».
Y estas son sólo algunas de las 40 editoriales independientes que tendieron sus libros en los stands de calle Balcarce y Urquiza. Poetas, editores, cineastas, payasos, narradores, un mundo de artistas se activaba para arrancar una jornada intensa en las inmediaciones de la Casa de la Cultura.
Al abandonar la peregrinación por la carpa de las editoriales, Dulcinea, Sancho y Don Quijote listos para hacer reír. Juntando rimas, lustrando la métrica española con ayuda de Adela Bash (quien también estaba perdida entre el público), la obra del autor, acompañada por el autor y sin abandonar al Gran Autor (por supuesto que estamos hablando de Miguel de Cervantes) le daba color, alegría y entretenimiento a la tarde de sol y a cualquier tarde de sol.
La cultura toda en escena, la cultura toda colándose en las mochilas, las libros, los guardapolvos, las carteras y celulares. En la carpa de cine, el guionista de «El hijo de la novia» y «Luna de Avellaneda», Fernando Castets, se extendió en tres días consecutivos con una serie de talleres y charlas sobre la importancia del guión cinematográfico.
Sebastián Gómez es un villamercedino de 17 años que participó del taller, y que planea estudiar Cine en la Universidad de La Punta: “Fue lo que me faltaba para decidirme qué seguir estudiando. El cine es algo mágico, y más cuando te lo enseñan así”.
A casi dos meses de realizada la Feria Nacional del Libro de Villa Mercedes, el único sentimiento posible es de nostalgia. Anhelo, por qué no. La feria, al igual que las editoriales independientes, crece, se agiganta y vive en la orilla, pero que no quepa duda de que pronto, la orilla será la atracción de y para todos.
Nota y fotos para Caminos de Tinta: Emma Z.