¿Qué leen los que cantan?

Literatura y música forman un tándem de disciplinas artísticas que se retroalimentan permanentemente. En tiempos de cultura digital e hiperconexión, ¿qué lugar ocupa la lectura para los autores de la música joven cordobesa?

Se ha vuelto común un dicho en las afueras de las salas de música en vivo de la ciudad de Córdoba. «Está buenísima la banda, lástima que canten en inglés», se escucha aquí y allá, cuando un grupo es vibrante desde lo musical pero elige el idioma universal del pop y el rock.

El lenguaje, al menos de manera espontánea, se ha vuelto un valor clave en la apreciación de la música local; un campo de posibilidades que, de ser explorado, puede convertir a una canción en un retrato de época y/o en un ejercicio audio-poético con carácter propio.

Sin embargo, en un contexto de sobreinformación y con la influencia cada vez mayor de pantallas y dispositivos móviles, una crisis del lenguaje como tal (como lo conocemos en la escuela, como lo encontramos en el diccionario) es también síntoma de otros procesos. Lecturas fragmentadas, procrastinación y un ritmo de vida cada vez más acelerado sugieren que la palabra parece haber perdido terreno frente al impacto de lo visual.

¿Qué consecuencias tiene esto en el campo de la canción y sus diferentes acercamientos? ¿Cómo piensan hoy los compositores cordobeses la relación entre letra y música y qué lugar tiene la literatura en ese universo creativo?

¿La canción sigue siendo la misma?

Pablo Natale, escritor y músico, considera la existencia de un acervo cancionero de rock y pop construido en las últimas seis décadas: «Hay una tradición sólida de grandes letristas que continúa vigente y es revisitada muchas bandas y proyectos nacidos en el siglo 21: pienso en Los Espíritus, por ejemplo, y un tema como La mirada, que tranquilamente puede verse como una reversión de Mañana en el Abasto, de Sumo, y la línea de temas del rock nacional que retratan una época y un espacio».

No obstante, observa la existencia de ciertas tendencias que han ganado el inconsciente colectivo de toda una generación de letristas: «Uno podría poner ahora mismo cualquier radio y las probabilidades de que haya reminiscencias a Gustavo Cerati, o de que la letra sea inconsistente, de que tenga un par de repeticiones cool y que apele más a ‘dije una buena frase’ que a ‘conté una gran historia’, son mayúsculas».

Aun así, Natale asegura que la literatura tiene «influencia total» en la escritura de canciones. Cecilia Quiroga (34), música con bagaje académico y experimental cuyo alter ego es Cci Kiu, confirma la mirada de Natale y asegura que se trata de una presencia constante.

«Es como una fuente que larga agua de muchos colores. Cosas del pasado, del presente y la diversidad constante. Trato de leer no pensando en que con eso voy a componer una canción, sino que si me nutro de algo que me está faltando voy a llenar un espacio vacío», explica.

Desde su cosmovisión serrana, el cantautor de raíz folklórica José Luis «el Negro» Aguirre (35) insiste en la simbiosis de música y lírica: «Quien va a hacer canciones se ve exigido a navegar en dos cauces. Uno es el de la música y el otro es el de la poesía. Para acercarte a la literatura es necesario acercarse a aquellos que no musicalizaron su poesía. Al mismo tiempo, creo que es fundamental que los poetas tengan música; la literatura ya es música, posee ritmo y melodía. Una buena canción es el equilibrio entre poesía y música».

Aquí y ahora

«Creo que en Córdoba hay una deuda hacia la literatura, no tomada como una cuestión elevada, pero creo que no se le ha prestado la debida atención. Está siempre el fantasma de Spinetta rondándonos a todos», asegura Guido Di Carlo (28), bajista y autor de Hijo de la Tormenta.

En cambio, Florencia Lucena (27), una de las responsables de las canciones del dúo pop Future Ted, describe el modus operandi de un músico a la hora de trabajar la lírica con una perspectiva más optimista: «Si bien hay momentos de inspiración, el 90 por ciento es ejercicio. Tu realidad, tu estado de ánimo y la literatura o cualquier otro estímulo van a influir directamente. Veo muchos músicos que están siempre leyendo algo y tratando de encontrar su próxima gran inspiración. Hay algunos que son más lectores que otros, pero los veo a todos muy a full, informados de lo que está pasando en la esfera musical y recomendando y pasándose cosas».

El impacto de la comunicación globalizada aparece entonces como un diferencial de este momento en la historia del oficio de hacer canciones. «Gracias a todas las ventajas tecnológicas y la posibilidad de escuchar cosas de todo el mundo, la música tiene un alto nivel. Pero respecto de la poesía, a veces siento que es una percha de las músicas», expone Aguirre, nacido en la primera mitad de la década de 1980.

«Las nuevas tecnologías introdujeron las formas micro de relato, cuento o poesía quizá porque estamos expuestos frecuentemente a eso en las redes sociales. Lo bueno es que el acceso a lo digital abre nuevos tipos de lectura y escucha que están bastante interesantes. Puesto en buenos ojos y en buenos oídos, puede tener un impacto bastante positivo», aporta Di Carlo.

En este sentido, es notable cómo los artistas más jóvenes han naturalizado mucho más esas herramientas.

Jeebz, referente del trap, el neo-soul y el hip hop local de solo 23 años, condensa sus consumos culturales a través de internet: «En lo personal leo un poco de todo, onda en Instagram, busco blogs de todos lados y me gusta estar siempre con lo más fresco, ya sea de moda, música o entrevistas a otros artistas».

Lucena, en tanto, marca la importancia de poder convivir en tiempo presente con referentes de todos los campos: «Esa ventana que vos abrís y mirás todos los días es un bombardeo súper interesante para la cabeza. Las redes te permiten seguir muy de cerca las cosas que te gustan y te interesan, y podés usar eso para tomar las decisiones que tengas que tomar».

La lírica tiene hoy un desafío importante y es el de seguir mostrando variantes para hablar sobre las cosas que nos atraviesan en tiempos de posverdad. Las formas y los tiempos cambian, los estímulos y las influencias también, pero el vínculo entre música y poesía sigue siendo un vehículo privilegiado para contar y problematizar el mundo.

Al respecto, Pablo Natale formula un deseo que indica el estatus de la canción dentro del universo simbólico de la cultura argentina: «Los libros de poesía contemporánea deberían incluir letras de canciones. Los niños deberían estudiar letras de canciones. Los adolescentes deberían escribir letras de canciones. El himno nacional: ¿qué es?».

Tres preguntas a compositores locales

–¿Qué tipo de lecturas te ayudan a escribir tus propias letras?

–José Luis Aguirre: Me gusta leer obras de todo tipo, desde lo fantástico o de ficción, como Ray Bradbury, hasta la literatura gauchesca de Güiraldes. La poesía contemporánea de Roberto Bolaño o, más acá, Lucas Tejerina. Gusto mucho también de los poetas Armando Tejada Gómez, Ariel Ferraro o Antonio Esteban Agüero. Pero siempre trato de estar acompañado por un clásico, ahora Hamlet, de Shakespeare.

–Cecilia Quiroga: Leo muchas cosas de músicos latinoamericanos como Atahualpa Yupanqui o Violeta Parra. Me gusta leer canciones del Río de la Plata, cuestiones de educación, cosas súper tecnológicas, lecturas más abstractas, también mucho de autores contemporáneos, o novelas medias extrañas. No me gusta lo convencional. Lo importante es nutrirse.

–Guido Di Carlo: Autores de teoría política como Marx, Bakunin, Proudhon, o Lenin son pilares fundamentales, con ideas que tienen casi 200 años y me parece importante rescatarlas para llevarlas al mundo de la canción. Recientemente, la biografía de Korneta Suárez y Los Gardelitos; el diario La Tinta, de lo mejor que le ha pasado al periodismo; y descubrí hace poco a Kurt Vonnegut.

–Flor Lucena: Cuando estaba escribiendo las letras del último disco leí Kafka en la orilla, de Murakami; Trópico de Cáncer, de Henry Miller; también un par de novelas pochocleras; El pasado, de Alan Pauls; y varios escritos de Martín Aguaisol, bocetos de lo que va a ser su primera novela.

–Jeebz: Mis letras son experiencias o ideas que después las deformo o las llevo a vivencias que les pueden pasar a todos. A mí lo que me ayuda es la lectura diaria de posteos, capaz cosas no tan importantes, pero sí muchas cosas.

–¿Cómo se equilibra la relación entre la palabra y la música?

–José Luis Aguirre: El equilibrio para una buena canción es una buena letra y una buena melodía.

–Cecilia Quiroga: Me cuesta hacer un texto que sea muy distinto a la música que compongo. La música enfatiza la idea del texto o viceversa, van de la mano.

–Guido Di Carlo: Me gusta que la música se genere a partir de la letra, porque es más fácil hacer que todo encaje. Prefiero que el balance se incline por la palabra, que no haya una pérdida de sentido por tener que entrar en cierta métrica.

–Flor Lucena: En un idioma como el español, es una pelea constante. Hay que hacer sacrificios, pero al final lo que más pesa es la música, la rima, la métrica y la melodía. Ese es el ejercicio más difícil: hacer hablar a la música con palabras que sean apropiadas para esa idea que ya habla por sí sola.

–Jeebz: Es clave esa relación. Si a mí me pasan un beat que me ponga alegre, yo soy el encargado de usar las palabras para que ese ritmo te transmita alegría cuando esté el tema terminado.

–¿Qué tiene que tener una buena letra?

–José Luis Aguirre: Me gustan las canciones que cuentan historias cotidianas, donde algo simple que puede pasar cualquier día se vuelve mágico.

–Cecilia Quiroga: La letra tiene que estar a la altura de la música. Yo pienso que uno tiene que ser fiel a su primera intuición, confiar en la espontaneidad. Siento que en el texto soy más libre que en la música misma, porque no soy dueña de todos los conceptos ni de todas las reglas.

–Guido Di Carlo: Yo creo que superando la barrera de lo superficial ya es una buena letra. En el ámbito estético hay gustos y subjetividades, pero creo que si el sentido que se le quiere dar a una letra es sincero, entonces su misión está cumplida.

–Flor Lucena: Para que la letra pase al frente, tiene que tener aunque sea una frase que justifique todo el tema. Que la idea de toda la canción se entienda a partir de eso, como un «estado» de MSN.

–Jeebz: Tiene que ser real. Que se entienda en todos lados, y obviamente que tenga su juego, que sea pegadiza. A me gusta que la gente se aprenda mis letras, que se pongan a bailar o que les llegue. Si es sentimental, que les toque.
Fuente: La Voz.

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