Prosa campera en la claridad lunar
Este viernes a la mañana en el microcine de la Universidad Nacional de San Luis, Dolores Valentino presentó “Corazón de luna”. Fue en el marco de las IV Jornadas de Literatura Infantil y Juvenil.
Dolores nació en San Luis, está casada, tiene seis hijos y cuatro nietos. Escribe desde la adolescencia. “Cartas para el alma”, su primer libro fue editado en 2012. Actualmente trabaja en Radio Dimensión.
—¿De qué forma la literatura alimentó su encuentro con la naturaleza?
—Al encuentro con la naturaleza lo tengo incorporado desde el día que vine a este mundo porque a mi madre le encantaban las flores, siempre vivía en los jardines de mi abuela, y después caminar por aquellas calles de San Luis era encontrarse con olor a jazmines que colgaban de los muros de las casas. Me identifico, como mujer, con la naturaleza. Ahora lamentablemente esto no pasa porque estamos todos enrejados, todas las puertas y ventanas cerradas, entonces no se desprende eso que tanto se desprendía antes cuando yo era chica.
—¿A los libros también los siente como un desprendimiento?
—En los libros desprendo cosas de mí. Siento ese desprendimiento porque en las páginas me gusta ser pájaro, mariposa, rosa, mujer y tener esos olores incorporados también.
—¿El poeta Agüero influyó en su prosa?
—Agüero nos ha dejado un legado muy rico, él caminaba por las calles mirando los nidos de los pájaros, hoy no lo estoy encontrando en otra persona, él estaba en contacto permanente con la naturaleza.
—Ese contacto exige también arrancarse de la ciudad o del cemento cada tanto…
—Sí, como soy una mujer casada con un hombre de campo, se me ha permitido conocer la naturaleza cruda, el monte, la flor natural que no necesita el abono sino que es simple. Por eso siempre digo que en las cosas simples de la vida está lo más verdadero.
Dolores asegura que escribe a corazón abierto y, agregamos, bajo el resplandor lunar de su prosa que ahora incursiona en la novela.
—Al mismo tiempo va generando un diálogo con los elementos…
—Me gusta vivenciar los elementos: el molino, el arado, el médano, el guadal, el pozo, el aljibe, estoy permanente en contacto. En el silencio abrumador del campo uno encuentra muchas cosas que a lo mejor acá, por las vicisitudes, una va más apresurada y no se da cuenta.
—¿Cree que ese encuentro con el silencio para usted como escritora es sagrado?
—Sí, en el silencio me encuentro.
Nota y fotos, para Caminos de Tinta: Acrílico.