En el medio de una tarde que rápidamente se volvió una noche fría, llegó al Centro Cultural Municipal «José La Vía» la San Luis perniciosa ardiendo metáforas en la mesa y jugando a la seducción. Primero, se dejó besar por «Pájaros de aguardiente», el libro que presentó Daniel Álvarez, y después se fue la noche entera con la segunda vuelta del encuentro de poesía «San Luis no tiene quien le escriba».

A la entrada del centro cultural municipal, toda la oferta de Perniciosa recibía a los invitados. Atendida por su editora y diseñadora, Marlene Font, y con un precio más que accesible, se podían llevar revistas y todos los libros que han impreso en este tiempo. Pasadas las 20:00 se empezó a juntar gente de a poco en la sala y así se dio inicio a la presentación del cuarto libro que publica Daniel Álvarez. Éste justamente coincide con la publicación de su tercer libro («Vuelo onírico») en su tierra natal: Catamarca. Con un video de presentación, entre juego de voces y Pink Floyd, la chica perniciosa mostraba su psicodelia al público sin vergüenza.

Marcos Freites se encargó del resto. Presentó al autor y habló de los aforismos de «Pájaros de aguardiente». Éstos, a diferencia del axioma «no sólo traen con él una búsqueda poética e ingenua, sino que es lapidaria, una especie de fogonazo que pone el pensamiento en servicio de la poesía», explicó Freites. Después del saxo de Pedro Enríquez, Daniel contó: «Estos aforismos son tan sólo una reacción para movilizar al lector, algunos de ellos están relacionados a mi postura ideológica. Les pido que se tomen el atrevimiento de reflexionar, de discutir en su propia intimidad, de interactuar, para que compartamos posturas y gestos».

«Pájaros ardientes» es un manifiesto que busca recuperar (como una especie de plegaria) la conexión con la naturaleza y encontrar la grieta en la sociedad de consumo que liquida la posibilidad de la reflexión. «Estos aforismos son pájaros de aguardiente que rompieron cascarones y volaron para llegar a usted para cantar», prosiguió Freites, como ese pájaro azul que quiere salir, ser libre y sumergirse en agua tan azul que al entrar, respira. Porque como bien dice Daniel Álvarez, «la desnudez es un adorno que refleja nuestra naturaleza dibujando un collar de sonrisas en los rostros de barro». Y no por nada eligió para vivir la aldea del Capitán de Pájaros.
Luego, esa perniciosa que no se deja corregir, en la voz de Zulma Karina, dio comienzo al tan esperando encuentro «San Luis no tiene quien le escriba». El primero en leer fue el villamercedino Darío Oliva, un poema suyo titulado «Lo que no cambia». Las cuerdas de Jorge Niño García interpretaron «Ave negra» y en la lista siguió Cichero que dejó un poema dedicado a Subzero, el personaje de Mortal Kombat. Sci fi que no teme esconder abrazos nostálgicos y guiños a Fresán.
Facundo Chirino, autor de la ciudad de La Punta, cambió sus poesías por las de un amigo el escritor sanjuanino fallecido, y en lugar de ellas leyó «Quietud». Pero fue la memoria prodigiosa de Pablo a la que le quedaron cortos los aplausos cuando de pie dijo: «No, no lleven mis palabras a la morgue/ el bisturí es para mi cuerpo que ya no es/ y que no le importa que descubran el motivo de su muerte/ ellas viven conmigo y yo con ellas./ Ellas sienten mis pasos que callaron/ el candor de un tiempo que es sólo un instante del misterio que fui/ que soy o que seré».

A él le siguió Daniel Salto, que nada tiene para envidiarle a Funes el memorioso, y leyó «Cimientos vacíos». Una captura fotográfica de un muro testigo de la infancia, adolescencia y adultez del ser humano. Celeste Vasallo y su niña de arena pintaron en el aire un corazón roto y no pudimos no enojarnos con el niño de madera. Y Marlene Font no pudo no arrancar aplausos cuando de su bolsillo sacó: «He visto la muerte en los ojos de mi madre/ recuerdo gritos que atravesaban mi infancia con los pies descalzos/ había sangre en el vientre de mi muñeca/ temblores que me sorprendían a mitad del sueño.», un poema de «Family game» (que ya se agotó, y para el cual prometen reedición). También dejó dos adelantos de «Como una película indie», libro en el que actualmente trabaja. La lista daba sus últimas lecturas con Luis Vilchez, Zulma Karina (que fue dejando entre poeta y poeta fragmentos de «Épocas») y Marcos Freites con el terror del padre Alan en «Anatomía del caos». Y volviendo a las redes sociales, la ciencia ficción y sus juegos, Oliva y Cichero, cerraron el círculo.
El público, los lectores y escritores (lectores) se quedaron con ganas de más poemas y seguir con la perniciosa la noche entera. Porque si algo se aprende de estos encuentros y estas reuniones, además de lo buen compañero que resulta ser el whisky, es que la poesía, al igual que la violencia, no se corrige.
Nota y fotos para Caminos de Tinta: Emma Shoshanna.
Muy linda página!
Amo mi provincia puntana y el arte literario que refleja la desnudez del alma para los que nos gusta escribir y expresar un sentimiento.
Un gran placer leerlos a todos.
Me gustaría mucho participar de las reuniones lirerarias.
Saludos cordiales
Cristina Revuelta
Hola, Cristina. Muchísimas gracias por estas palabras tan lindas. Los encuentros literarios se realizan todos, todos los viernes a las 23 en «Punto de encuentro». Allí te esperan poemas, música, comida y bebida.
Muchas gracias, nuevamente, por leernos.
Abrazo!!