Máximo Chehin: «Vivimos en un estado de incomprensión acerca de lo que nos sucede cotidianamente»

«Salir a la nieve», su libro de cuentos, obtuvo el Premio Literario Fundación El Libro, donde reúne doce historias de su universo cotidiano.

«Salir a la nieve», el libro de cuentos con el que Máximo Chehin obtuvo el Premio Literario Fundación El Libro, reúne doce historias en las que aborda a través de distintos escenarios y personajes situaciones que, para el propio autor, forman parte del universo cotidiano y que muchas veces se le presenta incomprensible.

La dificultad de un adolescente en entender qué es un desaparecido, la historia de un hombre que cree encontrar en un mensaje escrito en griego antiguo el secreto del fin del mundo, la venganza que se dirime en un juego de cartas y la decisión de una pareja de abandonar lo material y aislarse del exterior atraviesan los cuentos de este autor nacido en Tucumán en 1972.

Chehin, que además es autor de «Vista al río» y la novela «La vida interesante» fue galardonado por un jurado integrado por Luisa Valenzuela, Abelardo Castillo, Antonio Skármeta, Pablo De Santis y Daniel Divinsky, quienes eligieron el suyo entre 207 libros de cuentos recibidos desde México, los Estados Unidos, la Argentina y Uruguay.

«Nunca pensé que podría formar parte de la gente que está habilitada a escribir, pensaba que para ser escritor había que tener una especie de don divino, una cuestión superior, algo que venía dado y que era mágico», confiesa Chehin en diálogo con Télam.

– Télam: ¿Qué te permite el género cuento cuando abordás una historia?
– Máximo Chehin:
Es difícil entender lo que me genera la idea del cuento, pero tengo la sensación de que vivimos en un estado de alienación e incomprensión acerca de lo que nos sucede cotidianamente que nos deja desnudos ante la realidad, y eso se pone de manifiesto en las relaciones, en los vínculos, y es lo que aparece cuando escribo.

– T: En el cuento «Un rato más», una pareja se plantea dejar de trabajar y vivir encerrada y logra una aparente felicidad, ¿buscaste ir en contra de la lógica de la situación de conflicto que podría generar una decisión semejante, en un ámbito de convivencia?
– M.C.:
Cuando escribo me gusta llevar ideas absurdas a un extremo en contra de lo que normalmente pasaría, y en este caso, una pareja silenciosamente se revela contra un sistema que nos impone una determinada manera de ver el mundo. Lo que me llevó a escribir ese cuento fue la idea de una pareja que renuncia a todo lo material por concentrarse en la idea de la felicidad, porque ellos no viven la situación como un sacrificio.

– T: En uno de los cuentos hay un niño discapacitado con una habilidad superior para hacer rodar un trompo, ¿cómo surgió ese cuento?
– M.C.:
De chico fui a una escuela pública en el pueblo tucumano de Aguilares, a 80 kilómetros al sur de la provincia, donde nací. En esa época, década del 70, los chicos discapacitados no iban a una escuela especial sino con nosotros, y muchos de ellos estaban siempre solos, como abandonados, lo cual era una imagen bastante tremenda. Nosotros abiertamente los dejábamos afuera de los juegos, y eso me daba un poco de culpa y este recuerdo me inspiró a escribir este cuento.

– T: Cuando uno comienza a leer «Diario de Amagasta» tiene la sensación de que se trata de una historia real…
– M.C.:
Tenía un amigo que se había separado de su novia y estaba bastante dolido porque sentía que lo único que funcionaba en su pareja era el tema sexual, y el resto era un desastre. Cuando ella lo dejó, él sintió un gran dolor y una gran melancolía porque no entendía por qué no podían funcionar las otras cosas en su pareja. Entonces pensé en una situación al revés: qué pasaría si en una pareja funciona todo menos el sexo. A este cuento lo escribí varias veces y, como no me gustaba, decidí darle forma de un manuscrito que aparece al costado de una ruta.

– T: «Bajo los pies» es un cuento en el que hacés foco en un personaje entre la realidad y la vigilia, ¿cómo surge la idea de incluir el papel escrito en griego antiguo, aparecido en el libro «An outline of history», de H.G. Wells?
– M.C.:
Cuando vivía en Londres compré en una librería de viejos una copia de ese libro que resume la historia del hombre en forma novelada, lleno de comentarios tendenciosos de historiadores y escritores de esa época. Y cuando me puse a hojearlo encontré un papelito con una lista de cosas escritas en pluma, que debe haber sido de la época de publicación del libro, en 1903. Ese papel no tenía nada intrigante pero me llevó a pensar quién lo habría comprado y con qué propósito habría escrito eso. El personaje cree haber encontrado en ese papel la clave del fin del mundo, cuando en todo caso se va encausando al final de su mundo. Es una broma en base a la idea de creer que entendemos todo y en realidad no entendemos nada de lo que vemos.

– T: En «El sueño de los serbios» hay un personaje que husmea en el allanamiento de un departamento en el que vivía un vecino inmigrante de Kosovo y a partir de ahí narra la historia de un hombre que padeció la guerra. ¿Por qué inspirarse en la guerra de Kosovo?
– M.C.:
La situación del conflicto de los Balcanes es algo que siempre me pareció fascinante. Yo tendría veintipico de años y me parecía increíble que hubiera una guerra de esa magnitud en Europa, a cien kilómetros de Viena y que nadie hiciera nada. Viví en Europa en el 97 y 98, y conocí a un joven croata que me dijo «nos fue bien en la guerra porque ustedes nos vendieron las armas», lo que me pareció una cosa muy siniestra… Por otra parte, me gustaba la idea de algo fortuito, de que tiran una puerta y no encuentran a quien buscan, y la «idea del otro», del que no está porque supuestamente se fue a Kosovo.

– T: «El último tren de la zafra» aborda el tema de los desaparecidos en la dictadura, ¿qué fue lo que motivó el cuento?
– M.C.:
Que en la década del 70 un joven de 18 años pase a la clandestinidad era una experiencia completamente ajena a mí, imposible de comprender, por eso llegué a leer muchos libros y ver documentales sobre el tema. Escribí un cuento en el que los protagonistas son niños, y se enfrentan a una situación que no comprenden. El cuento es eso: estar frente a algo tan violento como la desaparición de personas que lleva a esos niños a no entender lo que está pasando y a reaccionar de manera desesperada, con adultos que no explicaban nada y una sociedad que mira para otro lado.

Fuente: Télam.

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