Es una persona que puede describir sentimientos, un escritor rebelde interesado en contar lo que a muchos les pasa y otros no ven. Bailando rescata identidades, bailando recuerda costumbres olvidadas, bailando encuentra las expresiones más autenticas. Hablamos de Javier Bautista, ferviente y sensible amante del movimiento que codifica en baile, que sabe interpretar gestos y silencios. Es como una semilla que nace todos los días al despertarse. Socializa, en una palabra, y gesta felicidad con una mirada. No importa si está bien o mal, lo que importa es la radiante pasión. Él sueña con sus pies. Él convierte el ahora en movimiento. La danza es presente que viene como un suspiro y se va en un giro. Él no eligió ser bailarín, la vida lo eligió a él. Alegre y entero. Su propósito no es llegar a ningún lugar, sino disfrutar de cada paso que da. Su danzar no se puede explicar con palabras. Bailando descubre. Es un creativo enamorado de la vida. No baila con sus pies sino con su corazón. Cada vez se convierte en una mejor versión de sí mismo. Y es nuestro, es de San Luis.

En la búsqueda y en la necesidad de hacer resurgir lo que nos pertenece, de sacar a la luz lo que nos hace falta para ser verdaderos hijos de esta tierra, contar con la sabiduría necesaria para desempeñarnos en todos los ámbitos en los que la raíz y la vida nos necesite, nos encontramos con este inmenso mar de conocimiento, escritura y movimiento en el medio de la ciudad.
Profesor de la cátedra de Historia y también de danzas; director del grupo contemporáneo “Andanzas”; docente e investigador en áreas de folclore, entre otras; brindó charlas, conferencias, talleres; becario de Literatura y danza en el Centro Cultural BAS XXI; terminó su carrera de Locución e Historia; trabajó como corrector en El Diario de la República, también como escritor, y puso su impronta en revistas periodísticas. Son algunas de las experticias de Javier Bautista, nuestro hombre de la entrevista de hoy.
Su hobbie es, además, su gran pasión; supo transformar el entretenimiento en su vocación. En la actualidad investiga, viaja, es de mucho leer y escribir, y lo mas importante, ni dormido pierde el compás.
Dialogamos con este exponente de la cultura vernácula, y esto nos decía:
—¿Naciste en San Luis, Javier?
No, nací y me crié en el campo, en el año 69. Mi vieja es maestra rural. Por la Ruta Nº 1, en la vera del comechingón hay un pueblito que se llama Villa del Carmen, y más al campo estaba la escuela donde daba clases mi mamá. Merlo, Carpintería, Cortaderas, Papagayos, Villa Larca, Villa del Carmen, La Punilla, todas estas localidades están por la Ruta 1 costeando la Sierra de los Comechingones. De ahí vengo yo.
—¿Y a qué edad viniste a la ciudad?
Me vine a los 11 años, a estudiar en la secundaria.
—¿A esa edad ya sabías que querías hacer esto?
No, ni ahí. Hacía otras cosas. Me dedicaba a hacer deporte. Era jugador de fútbol, me encantaba jugar a la pelota. En realidad siempre escribí y siempre bailé. Mi hobbie fue bailar, desde muy chico ya lo hacía. Estudié dos años Bioquímica, me resultaba fácil, me llevaba bien con la química, con la matemática. Nunca dejé de jugar al fútbol, mientras tanto bailaba y escribía cositas para mí. Siempre fui muy lector, era bueno con la ortografía y ese tipo de cosas. En un momento me ofrecieron un trabajo como corrector en El Diario de la República, pero luego empecé a trabajar como escritor, trabajé un año aproximadamente en EDdlR. Esa fue la primera vez que me pagaron para escribir. Fue allí cuando se despertó en mí algo relacionado más fielmente con la escritura.
Empecé a estudiar Locución, terminé y me fui a estudiar Historia. Pasé algún tiempo en El Diario hasta que las cuestiones ideológicas no me permitieron seguir trabajando. Luego laburé en un informativo en el canal Carolina Cable Color, hasta que conocí a Mario Otero y con él trabajé largos años. Escribí en uno de los segmentos de la revista “El Decamerón”, desde la primera edición hasta la última. Una revista comprometida con la realidad social. De a poco me fui volcando hacia el nuevo periodismo o periodismo literario. Terminé la carrera de Historia y me di cuenta de que todo lo que era hobbie para mí, en realidad era mi vocación. Después de terminar las carreras entré a bailar en el Ballet oficial de la provincia de San Luis, fue muy conocido y una experiencia maravillosa.
—¿Entonces fuiste encontrando tu pasión allí en el hobbie?
Sí, se dio vuelta, todo lo que era entretenimiento se transformó en vocación, en realidad siempre lo fue pero yo no me daba cuenta porque era un poco inmaduro. Así que empecé a vivir de la escritura, el periodismo y de la danza, que es de lo que vivo actualmente.
De profesor de danza me recibí a los 14 años. Cuando me recibí de Historia trabajaba como profe de danza también, después de eso empecé a escribir sobre historia, pues más que la docencia, me gustaba la investigación. Cuando tuve que hacer la tesis en el Profesorado de Historia estaba escribiendo la historia de un pueblo hasta que me di cuenta que le estaba errando, me dije: ‘Estoy escribiendo algo que no me interesa tanto como la danza’. Y fue así que cambié mi tema de tesis por la “Historia de la cueca cuyana”, a partir de allí me dedique a investigar sobre la danza.
—¿Muchos en la provincia te conocen como bailarín más que como escritor?
No tanto, en realidad según al grupo al que pertenezca. Pero sí me parece que soy más conocido por la danza. Por ejemplo, la gente de historia sabe que bailo pero me conocen porque me he presentado a concursos referidos al tema y eso. Pero no puedo negar que ando bailando mucho
—¿ Tenés algún escrito publicado?
Algunos sí, en revistas he publicado sobre nuevo periodismo o periodismo literario. Sobre folclore en una revista nacional, en “El Chasqui”, en una revista que se llama “Todo Folclore”, en una de agro también. El año pasado salió un artículo en un libro editado por el Gobierno de la Provincia, que tuve la posibilidad de participar y ganar, un ensayo sobre la danza. El libro se llama “Cuyo en las letras” mi segmento fue un extracto sobre la “Danza social en San Luis”.
—¿Actualmente estás trabajando en algún escrito o proyecto?
Sí, sí. Estoy construyendo un libro, estoy escribiendo “Sobre bailes y bailarines” con un subtítulo que se dirige “Hacia mi origen”. Se trata de muchas pequeñas historias de gente que baila. Gente común y gente conocida. Después estamos reforzando un espectáculo que hacemos con Roberto Tossi, al que denominamos “Entre historias y canciones”.
—¿Es un libro de danzas?
No es un libro de danzas, es un libro de las historias que cuentan los bailarines al bailar. Un libro de bailarines que, sin saberlo, con sus pasos me dan las palabras para yo volcarlas sobre la hoja.
—¿Los ritmos que bailan estos bailarines son de aquí de Cuyo?
Pueden ser de distintos tipos, pueden no bailar, puede ser de cualquier parte del país. También, puede ser de personas que no bailan. Para explicar mejor: hay gente que no es bailarina, pero de igual manera te da clases de baile. Hay gente común que no sabe que está mas cerca de la danza que uno mismo. Con sus movimientos, con sus actitudes, con su manera de mirar, con su religiosidad, con sus ganas de vivir. Con sus acciones te pueden enseñar cómo se debe bailar, si uno tiene la mirada puesta allí. Por eso el libro comienza diciendo, ¿Cuáles son los verdaderos maestros de la danza? Yo, que doy clases en una sala o lo es el abuelo que te deslumbra bailando cumbia chicha en una bailanta, o los familiares en el festejo de cumpleaños del tío Cacho, o lo es doña Diorja que anda bailando, haciendo curas de amor y danza en los espectáculos del pueblo.
Mas que descripciones de danza, son detalles y polvitos mágicos que las personas te brindan al bailar, que es jugar, que es amar, que es moverse. Que es donde está la fe dentro de la danza.
—¿Y cómo nace este espectáculo?
Con Roberto nos conocemos hace muchísimos años. Un día nos dijimos “¿Por qué no hacemos algo juntos?”, ya que teníamos muchas cosas en común, coincidencias de nuestras vidas, de nuestras historias, de mis escritos y sus canciones. Ambos venimos de la zona rural, donde salíamos a perseguir y saludar aviones, etc. En este caso, algunas son lecturas y otros son relatos. Referido a este espectáculo ya casi estamos en la recta final, a punto de concretar el disco y el libro. Las canciones están arregladas, los relatos están decididos. Lo disfrutamos mucho. Estamos reafirmando el show, lo estamos paseando. Tuvimos la oportunidad de presentarlo en Brasil, en Villa Mercedes, aquí en San Luis.
—¿Cuáles son los escritores que más te influenciaron, y cuáles son los que te acercaron a conocer este camino que hoy transitás?
Hay muchos, inevitablemente debemos nombrar en literatura a Juan Miguel Bustos, el gran escritor de poesía, que era como le gustaba que le llamaran. Agüero, Rosales. En investigación hay personas que para bien o para mal te dejan un aprendizaje, acá en San Luis hay un montón de buenos escritores investigadores, como Jesús Liberato Tobares por ejemplo. Él tiene una notable perseverancia en cuanto a la escritura e investigación. Doña María Delia Gatica, a ella la reconozco como una persona de la cual aprendí mucho. A Mario Otero, dentro del periodismo. Me parece que son modelos, por su amistad quizás y por su forma de ver la vida, la profesión, por ellos he quedado muy influenciado. Su constancia, su laburo. A los poetas, soy un gran admirador de todas las obras que han publicado. También puedo nombrar a Gelman, García Márquez. Soriano, Cortázar, Onetti, Octavio Paz. Son grandes escritores que sí o sí pasás por esos lugares.
—¿Por qué decís que no coincidís con algunos en cuanto a la ideología?
Por esta mirada de la historia. Yo estoy más cercano a una mirada marxista de la historia. Esencialmente hay dos grandes miradas, dos grandes líneas en la historia donde creo que hay opresores y oprimidos, donde creo que hay una desigualdad, funcional, provocada que este sistema sostiene. Por esto mi elección. Me parece que hay una pequeña historia, que es la historia de los pueblos, de los próceres, de los políticos, y una gran historia, que es la historia de todas las personas, de la gente común, que es la que no se cuenta. Hay una historia que no está en los libros, y esto es lo que me separa de mucha gente. Rodolfo Kusch dijo antes muchas cosas de las cuales hoy hago eco y es para mí la verdadera mirada en cuanto a esto.
Cuando enseño danza, enseño que ésta no es la verdad, yo hago mi aporte, les enseño a ver y bailar desde todos los ángulos. Yo no adiestro al cuerpo de una determinada manera, porque estaría encasillando tu cuerpo a moverse de una cierta forma, yo te enseño a ser libre, a descifrar lo que tus emociones quieren decir y transcribirla en movimientos que se transforma en danza, en baile. Por eso la manera de danzar debe ser rebelde, nadie te puede decir cómo moverte. Yo te puedo enseñar mi forma, mis secretos, pero vos sos el dueño de liberarte y sentir tu cuerpo, sentir la danza.
—¿Podés contarnos más de la intimidad de “Entre historias y canciones”?
Bueno, este nacimiento artístico que logramos armar con Roberto tiene tres orígenes. Uno está en los “relatos de viaje”, que son historias que fui atrapando con mi lapicera al tener la suerte de visitar distintos lugares, de mi provincia y otros lugares del país. El segundo origen se basa en las “historias cotidianas de gente común”, que son las pequeñas historias dentro de la “gran historia” que hablábamos hace rato. El tercer origen está en las canciones de Roberto, que sin quererlo, coincidimos en muchos aspectos de la vida. Decidimos comenzar y aquí estamos, en pleno vuelo, esperando que salga nuestro CD, acompañado del libro.
—¿Te consideras un escritor?
Más que escritor me considero un artista. Soy un laburante de la danza y de la escritura: mis dos grandes pasiones.
—¿Qué te gustaría dejar para los que vienen cuando abandones este suelo?
La verdad, no tengo una respuesta sola, ni específica. Pero lo que sí sé es que no me gustaría morirme sin haber vivido, sin haber bailado lo suficiente. Yo creo que todos deberían probar la sensación de bailar. Hay alguien que dice que “quien no baila desconoce el verdadero sentido de la vida”. Yo digo que me gustaría morirme en la mitad de una vuelta entera, o en el final de una zamba, justo cuando esté coronando a la dama con mi pañuelo.

«Estamos compuestos por agua y agua que no se mueve se estanca», nos dijo Javier en alguna parte de la abundante entrevista. No cree en un Dios que no baile, tampoco en las casillas que algunas ideas te proponen «hasta encerrarte y dejarte inmóvil, de mente, cuerpo o espíritu». Bautista vino a saciar la sed de todos aquellos con necesidad de expresión; supo hacer de su mejor entretenimiento, su propio trabajo, ese mismo que lo llena de satisfacciones y de oxígeno en su sangre inquieta de arte.
Busca la perfección desde lo imperfecto, enseñar al que no sabe, aprender del que tiene para mostrar, investigador de lo nuestro y de las pequeñas grandes historias desparramadas por los rincones del suelo que pisamos.
Viene de ese lugar donde no había ni luz, ni agua. Donde pasaba largas horas mirando el cielo. Amante del fútbol. En su casa junto a su padre, quien tenía un fuerte amor por los libros, escuchaban tango con una vieja radio funcionando a pilas, mientras su madre preparaba la tarea para sus alumnos y cocinaba el guiso de arroz y garbanzos en la olla de hierro. Miraba la TV apagada y se imaginaba historias que pronto concretaría. Con ustedes, Javier Bautista…
Nota escrita para Caminos de Tinta por Keno.
Fotos: Cortesía J. Bautista y ANSL.