En la experimentada juventud de la tercera década de vida pueden aparecer situaciones para las cuales aún no estamos preparados, sin embargo en toda esa inexactitud se pueden encontrar aspectos positivos, dignos de aprovechar al encontrar soluciones en la tempestad que prolonguen el espacio donde vivimos. Al respecto te presentamos a Gabriel.
Nació el 23 de junio de 1985 en la provincia de San Juan, la sensibilidad y necesidad de expresión lo llevaron a comenzar a sumergirse en el género lírico a la edad de 12 años, plasmando sus pensamientos y emociones en el papel con tinta cada vez más intensa, combinando distintos colores según el motivo de inspiración. El amor, la naturaleza, la injusticia, el miedo, la represión y la inconsciencia humana, además de otros impulsores, provocan la creación que solo encuentra el punto final en el alivio de haber expresado lo que presiona el corazón y aprisiona el alma.
La falta de aire, de una renovación y evolución de su propio ser, lo llevó a buscar otro lugar donde poder fluir libremente. Al no encontrarlo tampoco en Mendoza y luego de su regreso a San Juan, pudo conectarse con lo que buscaba en San Luis. Quizás haya sido la energía de su tierra o sus similitudes con Valle Fértil.
Según confiesa, en varias ocasiones la parca intentó robar su vida, pero siempre ganaron la suerte, las ganas de vivir y de alcanzar los sueños. La pasión por la música despertó la necesidad de aprender a usar algún instrumento para transmitirla.
Hoy se hace presente con la nostalgia y las emociones a flor de piel, cada molécula de su ser vibra incansablemente en toda situación que requiera una parte de su concentración, física, sentimental o mental.
Al referirse a las letras, este joven escritor sólo tiene palabras para expresar lo que siente, lo que corre por sus venas y toda la furia de la naturaleza que se pone delante de su entereza para ofrecerle dedicación, inspiración o cualquier verso poético que nutra a su condición; Gabriel ofrece espontaneidad, sinceridad, desasosiego y diversas emociones nutridas del jugo de la pasión.
Acto seguido, una breve muestra de ese líquido febril y entusiasta…
Pasión
La pasión le da al vino,
un sabor intenso, febril.
Que se funde en la boca,
para llegar hasta la parte más abstracta del ser.
Pero a veces, su reflejo en palabras,
carentes de esa exactitud
que fluye libremente,
por otros sabios canales de transmisión.
La hiere mortalmente, en el acto final e inconcluso, de una trágica obra de amor.
Frecuencia vital.
Interminables risas, profundas charlas, y abrazos cardíacos
mueven cada nota, en la composición de mi esencia.
En la transparencia de mis lágrimas, se puede ver el reflejo, de lo que no expresé… Y de todo lo que anhelo.
¡Silencio en mi mente! Así… brota el impulso vital y vuelvo a vibrar en la frecuencia que hace todo posible.
Baile de estrellas. No sé cómo pude resistirme a la corriente de colores, que me lleva a buscar, eso que hace mi interior estallar.
Felicidad inocente me invade, exhalada en un suspiro inevitable, al sentir tu sonrisa en mi alma.
¿Cómo puedo resistirme? Si al verte siento el galope incesante de la libertad, que me incita a tomar tu mano, para sumergirnos en ese mar de placer atemporal.
Y hoy qué puede importarme más, que la búsqueda de nuestro encuentro, en un baile de estrellas que ilumine el tenue cielo de la realidad.
Por Gabriel Cortez.
Nota: Keno.
Edición y corrección: Sinforiano Digital.