Es abogada pero dejó todo por la literatura romántica: hoy es la mujer más leída del país

Viviana Rivero es cordobesa y tiene 51 años. Tenía su propio estudio de Derecho Tributario, pero lo cerró en 2010 dispuesta a cumplir su sueño como escritora. A punto de lanzar su noveno libro, es la mayor best seller argentina. La historia de la mujer detrás del éxito.

Mundo privado. Rivero recibió a Viva en su casa del country Las Delicias. En quince días presentará su novena novela, Sí, en la Feria del Libro de Buenos Aires. / Rubén Digilio.

Doce mujeres sentadas alrededor de una mesa discuten sobre un hombre. Son un coro de manos: brilla la plata y el oro de sus pulseras, brillan sus uñas de manicura francesa. Es viernes y anochece en la ciudad de Córdoba. Pero en la confitería de esta librería que está dentro de un shopping, apenas nos enteramos. Llegaron puntuales, con flequillos arqueados de brushing, cabellos lacios de planchita, bucles ordenados. Ropas regias en cuerpos suaves: huelen bien. Y el hombre, el hombre, ese hombre…

–No es para Amalia –dice Susi.

–Aparte ése es muy viejo y no da alemán… –agrega Analía.

–¡Cierto! Tiene que ser más rubio –opina Mónica, desde la otra punta.

–Chicas, no. Ese actor no tiene buena prensa –cierra Rosana, determinante.

En medio del círculo de mujeres está Viviana Rivero, la creadora del hombre que las desvela a ellas, sus lectoras. El personaje se llama Martín Müller. Es un abogado nazi que se enamora de Amalia, una chica hermosa y judía, hija de hacendados porteños. Todas juegan a elegir a un actor para la miniserie que filmarán pronto. La tira está basada en Secreto bien guardado, el primer libro de esa mujer que está encerrada en el círculo. La escritora observa a sus lectoras, las escucha, sonríe. Sabe que aquí sobre la mesa, Müller y Amalia –los personajes– se hacen carne y movimiento: existen.

Viviana Rivero –cordobesa, 51 años– es abogada especializada en Derecho Tributario, pero hace siete años decidió cerrar su estudio y dedicarse a escribir novelas histórico-románticas. En quince días presentará su noveno libro. Arrasa: superó el medio millón de ejemplares vendidos. Desde su debut se mantiene entre los primeros diez puestos de los ranking de las principales librerías del país. Eso la convierte en la más reciente best seller argentina. ¿Cuál es el costo de ser la mujer más leída del país?

Es abogada pero dejó todo por la literatura romántica: hoy es la mujer más leída del país

Mundo privado. Rivero recibió a Viva en su casa del country Las Delicias. En quince días presentará su novena novela, Sí, en la Feria del Libro de Buenos Aires. /Rubén Digilio.

Media hora en auto desde el centro. En el country Las Delicias, unos jardines de diseño separan un caserón de otro. Hay garages vidriados, livings armados a la intemperie, ventanas de paño fijo; un golf, un club house, un silencio hondo. Salvo por las sierras que ondulan el horizonte, este es un barrio cerrado igual a todos.

Viviana Rivero vive aquí hace 18 años. Está en la galería, sentada en un sillón de mimbre. En el jardín hay un algarrobo que crece torcido, hogar de un par de orquídeas que ya han dado flores. Una planta de zapallo crece sin querer y un bracito del río Suquía pasa más allá. Es apenas un arrullo. Este es el lugar preferido de Viviana.

–¿Dejar la abogacía para dedicarte a escribir fue un impulso? –pregunto.

–Fue un paso en el vacío. Una decisión del corazón, digamos.

La mayor de tres hermanos, se crió en una casa donde estudiar Literatura significaba “morirse de hambre”. Así decretaba Elena, la madre, que estaba un poco cansada de su marido, Pedro, que pasaba noches escribiendo, que llegaba tarde del trabajo porque se quedaba en el sótano del local de repuestos para autos del que era dueño con otros escritores de la ciudad. Allí había fundado un club de artistas.

Era 2010 y Viviana estaba decidida a dejar la abogacía. Tenía motivos: su primer libro –Secreto bien guardado– había sido publicado por una editorial pequeña y la primera tirada se agotó en quince días. Con el segundo –Mujer y maestra– ganó el primer premio de novela histórica organizado por la provincia de San Luis. A esa altura, dos editoriales se habían puesto en contacto para sumarla a su staff de autores. Viviana optó por Planeta, la misma empresa que le había dicho que no recibirían su material cuando viajó especialmente a la Feria del Libro de Buenos Aires para preguntarles si podían leer su libro.

“Elegí con alas”, dice Viviana este mediodía de viernes. Vació y limpió una de las habitaciones del primer piso de su casa, la que funcionaba como un depósito. Consiguió un escritorio y una silla, enchufó la computadora. Y se encerró a escribir su tercer libro, Y ellos se fueron. A dos semanas de su lanzamiento, entró en el top ten de libros más vendidos. Entonces, como si fuese la protagonista de alguna de sus novelas, le cambió la vida.

Los libros de Viviana Rivero están junto a la edición limitada de Cincuenta Sombras de Grey y del invencible Mujeres que corren con lobos, entre los de autoayuda y astrología. En la librería Espacio Cultural la escritora sigue reunida con sus lectoras. El asunto del actor está cerrado y ahora les adelanta de qué se trata , la novela que saldrá a la venta en una semana. La historia transcurre en París, en los años locos, y se trata de una joven, hija de un español y una mora, que aspira a ser artista y se enamora de un porteño rico…

La fórmula de Rivero se repite: una trama en dos tiempos, muchos personajes, erotismo y muerte, con ambientación histórica. Eso es lo que atrapa a estas doce mujeres. Hay administrativas, comerciantes, docentes, una ingeniera química. Las más joven del grupo tiene 29 años y se llama Yany. La más grande… no se dice. Cada una tiene un anillo entrelazado, a lo celta, con nudos que representan a los libros que las unieron. Porque ellas se conocieron por compartir libros, muchos de Viviana.

Las historias no las sueltan. Laura cuenta que una noche se encerró en el baño a leer porque no quería molestar al marido, que ya dormía. El amanecer la descubrió sentada en el inodoro. Analía aprovechó un trámite para leer. Fueron cuatro horas en la fila, de pie. Belén sintió que su casa temblaba, pero no: el temblor sucedía en el tramo que leía. Una se ratonea con las escenas de sexo. Otra ruega que el marido esté cansado para terminar el libro. ¿Será eso ser un escritor popular, un best seller?

Es abogada pero dejó todo por la literatura romántica: hoy es la mujer más leída del país

Viviana habla de su transformación. Dice “locurita”, dice “me di un gusto”. Habla de haberse tomado “un tiempo para soñar”. Pero “tiempo” es una de las primeras cosas que perdió cuando su nombre se volvió una marca. Puede dividir su trabajo en tres etapas: pensar el tema del texto, investigar, encerrarse a escribir. Sacó la cuenta: cada libro lleva ochenta días de encierro. No hay feriados, no hay sábados al sol. Lee para sus libros, pero dejó de leer por placer. No almuerza. Hay días de yogur y frutas, otros de caramelos masticables. Mariela, su empleada doméstica, prepara un promedio de cuatro termos de té que ella bebe en su oficina, la piecita que funcionaba como depósito.

En una de las habitaciones de la planta baja hay una cinta de correr. Viviana la usa por la mañana y por la tarde, cuarenta minutos cada vez, o sale a caminar por el country. “El ejercicio es sagrado –dice–. Me cuido para bancarme las horas frente la computadora”.

Viviana arma las tramas con dos protagonistas y una docena de personajes secundarios que los circundan. Cada uno tiene, a su vez, su propia historia y en algún momento se encuentran. Dice: “Cuando estoy en la etapa intensa de escritura, salgo de la oficina y le digo a mi familia: ‘Bueno, hablen ustedes, yo no tengo nada que contar hoy’. Porque tendría que contar las vidas de otros. Son muchas horas de no estar dentro de mí. Es terapeútico y es peligroso”.

«El amor como tema nunca va a pasar de moda porque nos marca», dice Rivero.

El trabajo sigue cuando la historia está lista porque hay que ponerle el cuerpo a la promoción de los libros, que lleva meses y millas. Para eso tiene un kit de viaje siempre preparado: todo –cosméticos, cremas, elementos de higiene– en miniatura. “La valija no tiene que ocupar mucho tiempo de mi vida, porque si no parece que siempre estoy de viaje –sigue Viviana–. La armo cuando estoy sola en casa, rápido. Me ayuda Mariela. Los zapatos ocupan mucho espacio. Pero bueno… me encantan los zapatos”.

La promoción está organizada en jornadas largas en las que llega a dar veinticinco entrevistas por día. No come, no hay tiempo: lleva un paquete de galletitas en la cartera. Da charlas, cena con los auspiciantes de esas charlas. Y firma autógrafos y dedica libros. Tiene uno estandarizado que dice así: “Con todo mi cariño y mi corazón, Viviana”. El corazón no es una palabra sino un dibujito. Si está en el exterior aprovecha la diferencia horaria y llama por WhatsApp a su corrector. Puede pasar la madrugada discutiendo una línea, defendiendo espacio, cambiando tiempos verbales.

Días de hotel, de aviones, de paso. Viviana se casó a los 22 años con el hombre que había conocido en el secundario. Tuvieron dos hijos. A él le dedicó su primer libro. Se separaron hace dos años.

Es abogada pero dejó todo por la literatura romántica: hoy es la mujer más leída del país

Mundo privado. Rivero recibió a Viva en su casa del country Las Delicias. En quince días presentará su novena novela, Sí, en la Feria del Libro de Buenos Aires. /Rubén Digilio.

Un mozo reparte las masas y el café. Todavía en la librería, Viviana le cuenta a sus lectoras que está triste porque su hijo menor se mudará a Buenos Aires para estudiar. Ella pucherea y las mujeres también. El silencio es compasivo. Hasta que una habla: “Hacele milanesas y freezáselas”. Otra propone: “Vivi, por favor, avisale antes de caerle de visita”. El mozo también se ríe.

Viviana se recuesta en el sillón. Mira la piscina de su jardín. Hay un espinillo y dos nidos de hornero. Le gusta escribir aquí.

¿Qué cosas te inspiran?

Algo que veo o escucho. Una amiga que cuenta una historia que no conocía. O, por ejemplo, algo que leo en el avión… Como un artículo sobre un edificio de Berlín que se llama el Palacio de las Lágrimas. Cuando aún no habían derribado el muro, la gente iba a hacer trámites, a despedir amigos, familiares… ¡Podría ser un buen escenario para una de mis historias!

¿Lo anotaste?

Sí, busqué rápido una birome en la cartera. Yo no uso libreta. Escribo en las bolsitas para el vómito que están en los aviones. El alma de los libros suele salir de ahí, de las bolsitas.

¿El “alma” de los libros?

El sabor, el tema de la historia. Después, pienso en la vida de cada personaje. Porque mis novelas son románticas pero no son “rosas”. El amor como tema nunca va a pasar de moda porque nos marca. Lo que yo digo es que el amor tiene que ser real. El amor no es perfecto porque las personas no son perfectas.

Tus libros superan las 400 páginas. Son largos para este tiempo en el que el lema es “la gente ya no lee”.

No es que no lee. Es que no tiene paciencia. El ritmo de la vida se ha acelerado y la lectura tiene que ser más agil. Hay que pensar historias que los atrapen.

¿Estás atenta a las ventas?

Ya no. Ni pregunto. Soy una marca: no importa qué escriba, se vende.

¿Lo comercial es de calidad?

En mi caso hay muchas horas de investigación y de escritura. Que se venda no quiere decir que sea de fácil lectura…

¿Por qué sos best seller?

Porque soy lo mas común del mundo. Porque tengo una visión de la vida parecida a la que tiene mucha gente. El alma del libro, eso que hablábamos antes, es lo que capta la gente, lo que hace que se sienta identificada. Por eso gustan y por eso se venden. Entonces, lo especial es que soy muy común.

En una hora partiremos a la librería, rumbo al encuentro con las lectoras. Pero antes Viviana hará una torta de manzana, su especialidad. Lleva un vestido corto, de color azul. Es alta, de curvas generosas. Sabe mirar. Un hachazo de luz le corta la cara. La tarde en el country, en todo Córdoba, caerá pronto. Harina, azúcar, manteca en un bowl. Mariela pela las manzanas. “Pasame los huevos”, pide Viviana. Mientras los rompe, hacemos el chiste obvio.

Viviana anticipa lo que pasará en un rato en la librería. Va a contarles a sus lectoras de qué se trata su última novela. De paso avisa que ocho de ellas se han organizado y viajarán juntas a Buenos Aires para presenciar la charla que dará en la Feria del Libro. Y cuando sea la noche, otra vez en el country, servirá la torta que ahora dejará horneando. En la sobremesa de medianoche, con el café, dirá: “¿Probaste? Húmeda, seca y crocante arriba. Todo a la vez. Un poco como la vida ¿No?”.

Fuente: Clarín