El fin del relato no es más que un grito
Escuchar esas voces, pensar y volver al grito un contenido no sólo es un acto humano, es la forma de definir una generación que buscar resurgir de entre las cenizas. Casi sin quererlo, Matías Lucero se convirtió en hijo de esa generación de la espontaneidad y el fracaso a la que se le negó la voz.
Lucero se levanta y reacciona con el arma más poderosa: las letras. A los 25 años y ya recibido de profesor de Lengua y Literatura editó su primer libro, “Fricciones”, con el sello “Perniciosa”, una nueva editorial independiente. Así, juntando la toda escoria hará de la literatura una sátira, la baratija de mercado que nadie quiere comprar, el caballo de Troya contra el enemigo que sigue ahí.
—Después de tanto llegó tu primer libro, contame un poco de él
—El libro es una excusa para arrancar con una editorial independiente y el mensaje es un modo de resistencia. Además, sucede que con cualquier decisión literaria que tomés acá en Argentina te estás inscribiendo en una tradición larga, las revistas y editoriales independientes tienen una larga carrera.
El libro es una recopilación de cuentos y poesías, se llama “Fricciones” en contra de “Ficciones”, el libro de cuentos de Jorge Luis Borges, contrastando lo visceral con lo intelectual.
Mi libro son voces que a nadie le interesa escuchar, porque eso pasó, me frené a escuchar. Les escribo a esos pibes de la nueva generación, confío mucho en ellos. Nosotros teníamos miedo, ellos no le temen a nada.
El parricidio es la segunda clave de la lectura del libro. Y esta idea se inscribe en una generación, nosotros somos la generación de la espontaneidad y del fracaso. Tenemos un manifiesto, “The Shocklenders”, por esos hermanos que asesinaron a sus padres. Es un acto poético de matar a papá y mamá, ellos son el árbol que no deja crecer ningún brote. El papá de la literatura en Argentina es Jorge Luis Borges o Julio Cortázar. A esos papás hay que matar, escriben demasiado perfecto. A mí no me interesa esa literatura, prefiero la literatura más visceral, la que se confunde porque está gritando muy rápido a causa de no puede parar de gritar.
—¿Cómo fue que entraste en contacto con la literatura?
—Yo me crié en un barrio, el 544, naciste ahí y es inevitable ver cosas que un chico, el que se cría en el centro, no las ve. Estás en contacto y sos parte de esas cosas. Aún así, en ese contexto hubo algo que no tuvieron en cuenta, la más vieja arma de los pueblos: los libros. Recuerdo el primer libro “difícil” que leí, “Apología de Sócrates”, a los 14 años. No entendí casi nada, sin embargo me llamaba la atención.
Me gusta concebirme como algo raro que no tendría que haber sucedido. Hoy, los que se criaron conmigo en el barrio los que mejor están pasando, trabajan en una fábrica; los que peor están, ya están en la cárcel. ¿Y yo qué? Terminé la escuela, iba a la Escuela Industrial y me cambiaron al “Don Bosco” en el 2006, donde no encajé. A los 18 años todo se derrumbó y ahí es que nace la bronca, mucha bronca. Empecé la facultad, conocí gente rara que no estaba en ningún lugar y comienzo a escribir, la escritura es un grito, un odio. Escribir se convierte en un acto de resistencia. ¿Qué hay que escribir? Cualquier cosa. Yo siempre digo “escribí lo primero que te salga”, sos hijo de tu historia, no vas a escapar.
—¿Cómo nace este proyecto independiente? ¿Quiénes son la editorial?
—Hace 7 meses, después de despertar de descenso al infierno, me di cuenta que tenía que hacer otra cosa, el grito debía tener un contenido. Además, justo da la casualidad de que hay cambio de gobierno, asume el macrismo y con él nos fue mucho más fácil darnos cuenta de quién era el enemigo. Antes yacía invisible, casi no existía, no era un enemigo contra el cual pelear. Así es como se gesta la editorial. En ese momento se suma Suárez Mariano, un amigo historiador del grupo, y propone esta idea de decir algo contra lo hegemónico.
Somos cinco y trabajamos activamente. La diseñadora es Marlén Ayala y las decisiones de la editorial las tomamos junto con Marcos Freites, Matías Caruso y Mariano Suárez. Hay un montón de gente que nos apoya y ayuda, como Talia Gómez, que se suma al ciclo de presentaciones con audiovisuales.
Nuestra idea es editar a los que nadie querría editar, en contra esos que sólo editan al canon.
—¿Se vienen pronto más publicaciones?
—Hay un ciclo de presentaciones de un libro por mes. El próximo en salir es “Yeta”, literatura zeta, de Matías Caruso. Esa literatura que a nadie le interesaría escribir ni leer y por eso dice cosas interesantes. También vamos a sacar “Motortauro” de Carlos Banegas, le sigue el de Marlén Ayala con “Family game”, que propone qué es ser mujer golpeada, violada, maltratada, atropellada por miradas en un pueblo de La Rioja. Después el libro de Marcos Freites, el tipo de los slogans de San Luis, “Todos los bellos disturbios”.
Las presentaciones son los primeros martes de cada mes, hacemos también un ciclo de charlas debate y son el tercer martes de cada mes. El proyecto se llama “40 años de Literatura Argentina” y proponemos esos escritores que no se leen mucho por no responder al canon que todo el mundo debe leer.
—¿Por qué le pusieron “Perniciosa”?
—Perniciosa es la chica que hace mal, no respeta los códigos sociales, no es políticamente correcta. La literatura “perniciosa” es la literatura que saca lo más feo de vos, lo peor de vos. Y nosotros buscamos eso, sacar lo peor, la escoria. Nosotros entendemos esta editorial como ese grito necesario para la época, más necesario para nosotros que para los otros.
—¿Te considerás escritor puntano? ¿Cómo definís tu literatura?
—Ni siquiera me considero escritor, soy un tipo que quizás está donde no tenía que estar, justamente eso: una falla. No soy escritor, menos puntano.
Soy el que grita. Leer te despierta un mundo muy extraño que es una caverna. Nunca hay un mundo de luces, siempre es una caverna y eso Platón se equivocó. Salís de una caverna y entrás a otra caverna. Leer te hace dar cuenta de eso, no hay salvación posible. Cuando te das cuenta de eso y no es tan tarde, hacés una editorial. Tal vez mis letras son el sustituto a una bala en la cabeza.
—¿Los márgenes del canon arman tu biblioteca?
—Mi libro favorito es La Biblia, influye toda la literatura, un libro con ese poder cómo no va a fundar de una de las religiones más poderosas. Es impresionante la biblia.
En mi biblioteca están los papás de la literatura Jorge Luis Borges, Julio Cortázar y también César Aira, Rodrigo Frezán, Rodolfo Fowgill, Ricardo Piglia.
Nota: Redacción de Caminos de Tinta.
Foto: Cortesía de Matías Lucero.