Darío Oliva, el poeta en fuga

Durante las IV Jornadas de Literatura Infantil y Juvenil, Darío Oliva presentó “El laberinto de Proteo” en el microcine de la Universidad Nacional de San Luis y dialogó con CdT sobre su obra.

Darío Oliva presentó “El laberinto de Proteo” en el microcine de la UNSL este viernes 7 de abril.

El poeta villamercedino desconfía de la inspiración prefiere trabajar todos los días “sobre el oscuro yunque de su canto”, como decía Antonio Esteban Agüero.

—Durante la presentación dijo que al escribir muchas veces se mueve entre la ansiedad y el juego.

—Si no puedo disfrutar de la poesía me frustro. Necesitás una liberación, jugar con las palabras, los conceptos y otras lecturas. La ansiedad es por terminarlo como vos lo has planeado. A veces pasa que la idea se te fuga y ahí entra la frustración, pero si vos podés jugar hasta con la fuga misma de una frase, está bueno porque te impulsa a no quedarte. Yo trato en lo posible de terminar el texto en el día.

Borges decía que podía conocer el comienzo y el final del texto. Lo que viene en el medio es la fuga de la idea, la ansiedad por terminar y que te dispare hacia otra cosa.

—En los poemas que leyó predominaban los ojos, ¿necesita observación para pescar esa fuga?

—Sí, Herman Melville hablaba de tres conceptos básicos: la observación, la experiencia y la imaginación. La observación es crucial, ya sea de tus semejantes, la propia o en otras obras. Y si no hay introspección difícilmente puedas transmitirle algo al lector.

«El laberinto de Proteo», de Darío Oliva.

—¿En los comienzos usted era introspectivo o más afín al juego?

—Yo me acerqué a la poesía por mi timidez y porque el silencio me embargó siempre, sobre todo en un momento de dolor y el papel me ayudó a darle salida.

Oliva explica que desde el 94 se dedicó a trabajar los textos, “siempre dejando pedazos de uno”. Actualmente prepara tres obras nuevas y dice que el poeta Joaquín Giannuzzi “le partió la cabeza”.

—Seguramente que ha cambiado la visión de la poesía por los más de veinte años de escritura, ¿cómo la definiría ahora?

—Trato de ser menos solemne con una definición de poesía porque nunca llegamos a un acuerdo, ni siquiera en lo que es literatura. No definiría a la poesía porque es algo tan cambiante, por eso lo de proteico en mi libro, cambiar de formas.  La poesía tiene ese disfraz, esa forma de ser proteica, que me fascina.

Oliva es fundador y primer presidente del taller literario “Arcadia”. Coordina el taller de creación de literaria “Proteo”. Forma parte del colectivo ENIE (Encuentro Nacional Itinerante de Escritores). Ha sido premiado en concursos provinciales, nacionales e internacionales. Publicó Epígrafes, Breviario, Eco-Grafía, Cronopias (Viaje a la Isla de Cortázar), Fugas de luz. Se desempeña como jefe de Cultura en su ciudad.

—Durante la presentación eligió una frase de Paul Auster: «Los escritores somos seres heridos. Por eso creamos otra realidad», ¿se hiere él o lo hieren?

—Las dos cosas. A veces uno se autoflagela, a veces me pasa, es medio borgeano ese sentido, medio faquir pero la poesía es un camino para no amargarme. Por eso la sensibilidad de los poetas, pero hay que trabajar la palabra, transpirar tinta.

Nota y fotos, para Caminos de Tinta: Acrílico.

1 comentario
  1. lidia ipiña
    lidia ipiña Dice:

    Que respuestas interesantes.
    yo creo que a poesía es dramática de alguna manera , Cuando escribo me refiero siempre a los mandatos , claro lo dramático es no la existencia en si de los mismos sino la consigna social y familiar auto cumplida.

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