El año pasado, Raquel Barrionuevo, Amanda Coria, Judith Guiñazú y Roberto Sabattini presentaron “Cuatro pasos en las nubes”. 270 páginas, entre poemas y relatos, donde se respira ensueño y suspenso.

Raquel Barrionuevo golpea con su índice huesudo su pelo para explicar la visceral relación con la literatura. “Iba caminando desesperada porque el cuento me estaba dictando lo que debía seguir, no me podía sacar ese picoteo de la cabeza hasta que me puse a escribir. Iba para un final y después terminé en otro”, comparte Barrionuevo cuyo lugar favorito para garabatear es el colectivo.
Su vocación comenzó desde la infancia, cuando redactaba cuentos que su padre guardaba a escondidas en el ropero. Ella los descubrió cuando él murió. Ese gesto todavía emociona a la ganadora del concurso de relatos breves, organizado por El Diario de la República.
En la narrativa Raquel reflexiona sobre historias anónimas, mínimas y familiares. Sin embargo, en la poesía vuela.
“Siempre vuelvo a Olga Orozco y Alejandra Pizarnik. Estuve casada con Oliverio Girondo muchos años, pasó, lo encontré a Neruda y todavía tenemos lo nuestro”, dice con una sonrisa entre pudorosa y festiva. “Me gustan todas las voces que tiene Neruda para cantarle a diferentes mujeres con la misma intensidad y pasión a cada una”, agrega la madre de tres hijas y empleada judicial.
El paisaje también resplandece en la poética de Raquel. En “Trapiche” desliza: “Desde lejos te imagino/ presente/ y lo único que importa/ es acostarme/ en tu corriente/ y escuchar/ los pasos desgranados de las sierras/ que migran invisibles/ hacia otras miradas/ del cosmos”.

A su lado, Amanda Coria cuenta dónde se siente más cómoda. “Me gusta mezclar lo fantástico con la realidad. Escribo a chispazos”, explica quien narra hace siete años y se sumó a este proyecto de publicar por primera vez entre amigos. En 2014, Amanda además presentó su primera novela “Vivir, amar y (morir) en Argentina”.
De entre sus relatos cortos en la obra destaca “La perra”, por el humor y la ironía que destila. “Lo quiero mucho a este libro. Cada uno ha puesto lo mejorcito que sabe hacer”, reflexiona quien ejerció como profesora de Ciencias Jurídicas y Contables.
La cálida tarde del sábado baña lentamente el living y los recuerdos pero Judith Guiñazú prefiere remover la quietud. “Me gusta desacralizar, apelar a la sorpresa por eso saco los nexos para descolocar, busco llegar a la forma más sintética posible”, indica la poeta nacida en Villa Dolores, Córdoba.
Judith comenzó a leer desde pequeña en los baúles de su abuela a la siesta. En el 90, luego de estudiar Psicología y Pedagogía, retoma con la escritura. En el poema “Los días” vislumbra: “De la noche/ espadachines del misterio/ acunan/ febril desvelo/ hervidos recuerdos/ remendadas palabras/ dominó de laberintos/ viscerales arcanos/ linderos/ al titubeo del/ embrollo humano/ sueñan”.
Cada tanto sus juegos y rupturas en el lenguaje entraman contenido social. “Voy por la calle y me puede inspirar un semáforo o una rueda de bicicleta”, se entusiasma.

A Roberto Sabattini lo entrevistaremos varios días después porque vive en Luján, a 124 kilómetros de la ciudad capital, donde cuida a su padre de 95 años. El encuentro fue tan inesperado como los finales de sus relatos. “Al libro lo veo bien, pero no es un éxito editorial”, bromea. “Eso pasa con los escritores, tienen demasiada competencia con internet y nosotros, salvo Raquel, somos todos jubilados”, se preocupa.
En 2011, Roberto fue el único participante local que recibió un mención en el” Concurso Nacional de Cuento y Ensayo”, organizado por el gobierno de la Provincia. Su obra “Anillos de humo”, entre 200 participantes, fue evaluada por las prestigiosas narradoras argentinas Angélica Gorodischer, Ana María Shua y Alicia Steimberg.
“Hace muchos años que compartimos lo que escribimos”, cuenta sobre “Cuatro pasos en las nubes” que tiene ya un año en las calles.
Sabattini es técnico industrial e incursiona además en la pintura y la fotografía. En marzo de este año, recibió el premio Carlina Tobar García, por su programa de música romántica “Ya no habrá más noches solitarias”.
Después de 20 años de trabajar con artesanías, Roberto ya no puede continuar porque tiene tendinitis en las manos. Esta situación también refleja la insistencia con la pule sus textos. “No extraño tallar porque no podía ser creativo, era para la supervivencia, y hacía un montón de cosas iguales y eso va desgastando”, asegura. Sus textos, en cambio, son piezas únicas.
Nota y fotos para Caminos de Tinta: Acrílico.